El pulso de casi dos semanas sigue entre las compañías y los sindicatos enrolados en un paro que genera penuria de combustible en el país, pese a la decisión anunciada la víspera por el Gobierno de intervenir la huelga en instalaciones de Esso-ExxonMobil y de amenazar con hacer lo mismo si no se soluciona la disputa en TotalEnergies.
La prolongación de la medida afecta a las refinerías de Normandía, en el norteño departamento de Sena Marítimo; La Mède, en el sureño de Bocas del Ródano, y Feyzin, en el de Ródano, así como al depósito de Flandres, en el de Norte, y el gremio sumó a partir de hoy a la refinería de Donges, en el de Loira Atlántico.
En alrededor de tres de cada 10 estaciones proveedoras de gasolina y diésel falta algún producto, con la situación más crítica en las regiones Parisina y Alta Francia, donde más del 40 por ciento de las suministradoras están impactadas, causando largas files y restricciones, entre ellas la prohibición nacional de surtir combustible en bidones.
La dirección de la filial francesa de la petrolera estadounidense ExxonMobil llegó el lunes a un acuerdo con sindicatos que no participan en el paro, convenio rechazado por la CGT y Fuerza Obrera.
El pacto fue argumentado por la primera ministra Elisabeth Borne para ordenar la requisición, procedimiento que obliga a funcionar un sitio con el personal mínimo indispensable.
Aún en el gigante energético francés TotalEnergies no hay acuerdo, por lo que el Gobierno presiona a las partes para que encuentren una salida y amenaza con la ruptura de la huelga si eso no ocurriera.
La decisión gubernamental encuentra apoyo en un sector de la población y rechazo en otro, repudio expresado en las últimas horas por figuras del bloque de partidos de izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social, quienes exigieron el reclamo a las petroleras de que incremente los salarios para resolver la crisis.
No es a los obreros a los que hay que requisar, sino a los patrones de TotalEnergies y de Esso-ExxonMobil para obligarlos a aumentar los salarios, afirmó el secretario nacional del Partido Comunista, Fabien Roussel.
oda/wmr