Entrada la noche del jueves, el sindicato abandonó la mesa de negociaciones con la multinacional, que estaría cerca de un acuerdo con otros gremios, en particular la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación Francesa de Gestión-Confederación General de Ejecutivos (CFE-CGC).
Según trascendió aquí, TotalEnergies propuso un incremento de sueldo del siete por ciento y una prima a esos sindicatos no acogidos al paro que afecta a cinco instalaciones y genera penuria de combustibles en el país, donde ayer tres de cada 10 estaciones de servicios tenían problemas de suministro y muchas continuaron cerradas.
La CGT exige un aumento salarial del 10 por ciento, en un contexto de galopante inflación, disparada en un seis por ciento de variación interanual en los últimos meses, y de enormes ganancias de la petrolera, la cual reconoció beneficios por 10 mil millones de euros en el primer semestre del año.
En la otra compañía que enfrentó una huelga, la filial francesa de la estadounidense Esso-ExxonMobil, la situación parece tender al retorno a la normalidad, no sin polémica, después de que el Gobierno ordenara el martes la requisición de trabajadores, un proceso que obliga a empleados a volver a sus puestos para evitar sanciones penales.
Las requisas indicadas por la primera ministra Elisabeth Borne atizaron la crisis, y la CGT promueve una jornada de paro el 18 de octubre con carácter interprofesional, a la que se han sumado gremios de los sectores ferroviario, del transporte y del magisterio.
El Gobierno llama a las partes a resolver el conflicto, e instó la víspera en voz de su ministra para la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, a TotalEnergies a subir los salarios, pero al mismo tiempo acusa a los huelguistas de bloquear al país.
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