Ollantay Itzamná*, colaborador de Prensa Latina
Esta realidad, ahora, se constituye en un imperativo ético/existencial para apostar lo cierto por lo incierto.
Hace tres décadas, el multiculturalismo (como parte de la filosofía racista liberal) se irradia prácticamente en buena parte del Continente de Abya Yala con la finalidad de “despolitizar”, “inmovilizar” a los pueblos insubordinados que incluso se habían alzado en armas durante la segunda mitad del pasado siglo.
En el caso concreto de Guatemala, con la euforia de los Acuerdos de Paz firmados entre las guerrillas y el Estado/Ejército (1996) se impuso en el imaginario de los pueblos originarios, en especial a través de académicos/consultores indígenas, la idea de: “Mediante reformas culturales, y ventanillas para pueblos indígenas en las instituciones, podemos resolver las históricas deudas irresueltas con el Estado racista”.
Casi nadie quiso darse cuenta que aquellas llamadas “políticas de la diferencia” o “desigualdad positiva” (multiculturalismo), que soplaban desde los filósofos liberales de Canadá y EEUU. tenían como finalidad “tranquilizar”, “distraer” con el floclorismo a los pueblos, en beneficio de los intereses de los agentes del sistema neoliberal que avanzaban hacia los territorios indígenas. Y así fue.
Ahora, tres décadas después de la vigencia del multiculturalismo y de la violenta vigencia del neoliberalismo, los estados coloniales, como es el caso de Guatemala, EEUU, Canadá…, cierran las ventanillas para indígenas y “minorías étnicas”, cierran los programas multiculturalistas, dejan sin fondos, sin bonos, y sin oficinas a indígenas académicos bien portados…
Se acabó la era del multiculturalismo. Pero queda instalado el sistema neoliberal dispuesto a restaurar incluso un conservadurismo político económico violento y ecofascista.
¿Qué camino nos queda a los pueblos?
Despertar y abandonar el culturalismo apolítico que los consorcios de ONG instauraron en nuestra psique colectiva y avanzar hacia la organización sociopolítica, más allá de los manuales de la izquierda colonial y de la modernidad racista.
El multiculturalismo no volverá más. La crisis económica global no permitirá que las oligarquías mundiales, en especial euronorteamericanas, gasten dinero en obras de caridad multiculturalista. Ahora, las turbas neofascistas y ecofascistas del colonialismo interno e internacional avanzarán por todo y por todas partes. Comienza el tiempo de la incertidumbre recargada.
En estas circunstancias geopolíticas, los pueblos debemos ya no sólo pensar en defender el territorio, el agua o los bosques. Debemos diseñar y pensar en organizar estados plurinacionales con soberanías integrales para dinamizar el Buen Vivir en nuestros territorios. Debemos de pensar en una Continente plurinacional. Una Abya Yala Soberana Plurinacional.
Para posibilitar la construcción de los estados plurinacionales debemos construir/crear nuestras propias organizaciones políticas (instrumentos políticos), y con estos instrumentos disputar el poder a los ricos, así como ya lo hacen en Bolivia y en Guatemala.
Los pueblos, sin articulación con otros pueblos, no llegaremos lejos. Urge una articulación regional, continental, de pueblos y movimientos sociopolíticos capaz de hacerle frente en simultáneo, desde las calles y desde las urnas, al imperialismo, al neoliberalismo y al ecofascismo. Urge fortalecer el espacio de articulación de una Abya Yala Soberana.
Otro desafío constante es el camino místico y pedagógico hacia adentro que debemos emprender las y los originarios para finalmente matar al miedo y al colonizador que nos habita y nos ata al deseo de la competencia individual, al consumismo y deseo de acumulación. Si no hacemos esta metanoia, entonces, incluso con la plurinacionalidad habremos reproducido un país y un mundo tan igual o peor en desigualdades coloniales que el que buscamos cambiar.
*Defensor de Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala
rmh/oi
(Tomado de Firmas Selectas)