Como cada mañana, la coordinadora del sindicato de la compañía se reunió para decidir el camino a seguir, en medio de las presiones del Gobierno y de una penuria de combustibles que anoche alcanzaba a un 28,5 por ciento de las estaciones proveedoras del país.
La CGT exige un aumento del 10 por ciento de sueldo de sus trabajadores, considerando la inflación imperante en Francia, de un 5,6 por ciento en septiembre, y los enormes beneficios de la multinacional, que reconoció ganancias por 10 mil millones de euros en el primer semestre del año.
TotalEnergies alcanzó ayer un acuerdo con sindicatos no acogidos al paro, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación Francesa de Gestión-Confederación General de Ejecutivos (CFE-CGC), a partir de un incremento del siete por ciento y bonos.
Largas filas en las gasolineras, restricciones y sitios cerrados han marcado la última semana, con el peor escenario en el norte del país, en un huelga que divide a los franceses y refuerza el llamado desde la izquierda a poner impuestos a las “superganancias”.
El paro afecta a las refinerías de La Mède, Feyzin, Flandres, Donges, y Normandía, la más importante de Francia.
Las otras dos refinerías paralizadas por la huelga, pertenecientes a la filial de la petrolera estadounidense ExxonMobil, serán arrancadas progresivamente, pero el retorno a la normalidad en las mismas tardará de dos a tres semanas, manifestó la empresa en un comunicado.
El Gobierno puso fin al paro en esas instalaciones acudiendo a la requisición, un procedimiento que obliga a los empleados a incorporarse a sus puestos para evitar penas de cárcel y multas, medida que atizó el malestar de la CGT, que reclamó la decisión e instó a una movilización interprofesional el 18 de octubre.
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