Por Juan Carlos Díaz Guerrero
Corresponsal jefe de Prensa Latina en Venezuela
Por una semana, del 13 al 20 de octubre, la capital de la nación sudamericana acoge a más de 300 bardos nacionales y extranjeros de los cinco continentes y aquí se expresa “lo que pensamos sobre la poesía”, expuso el también editor en entrevista exclusiva con Prensa Latina.
Y es que ella “salva, comunica, sirve para unir a la gente, para expresar los sentimientos, la solidaridad que entraña el espíritu humano”, dijo.
Para el Premio de la Crítica 2005, el mundo está viviendo al borde de la barbarie, en medio de la guerra, la codicia y la apetencia del capital. Por eso es tan importante estar aquí, indicó, para ver el testimonio de cómo la poesía se incorpora a la lucha por la libertad, por la sobrevivencia de la especie y la salvación de la memoria.
Esta XVI edición del Festival incluye, como uno de sus ejes centrales, la celebración del Bicentenario del poema en prosa Mi delirio sobre el Chimborazo, “ese gran texto profético” que un día como el 13 de octubre de 1822 escribió Simón Bolívar, señaló.
SIMÓN BOLÍVAR Y JOSÉ MARÍA HEREDIA
Pausides comentó que José María Heredia (1803-1839), el gran poeta romántico de América, tenía 19 años cuando El Libertador escribió esa obra y aquel aún no había creado Oda al Niágara (1824).
Rememoró que cuando Bolívar está en esa cumbre que es el Chimborazo, “no puedo olvidar que Heredia estaba frente a otro fenómeno de la naturaleza: las Cataratas del Niágara”.
El planteo de los dos poetas es el mismo, consideró, la fuerza desatada de la naturaleza, la pequeñez humana, la grandeza de América que inspira a estos dos grandes hombres.
“Ese pequeño detalle de que el Chimborazo esté escrito mucho antes me llena de alegría, de esperanza de que la poesía siempre prefiguró a las realidades”, aseguró.
El autor de Canción de Orfeo (2004) significó que cuando Bolívar escribe el Chimborazo “aún no tenía América, no había República, no había nada”, pero ya la poesía estaba prefigurando lo que pudiera ser América en ese delirio.
De algún modo es lo mismo que hace Heredia frente al Niágara, ante aquel gran fenómeno de la naturaleza él piensa en sus palmas y dice: “Las palmas ¡ay! las palmas deliciosas”.
El poeta cubano se sorprende de cómo dos hombres que respiran el mismo momento, la misma esencia de una época, dan respuestas similares a dos fenómenos tan distintos como son el Niágara y el Chimborazo.
MAGIA DE LA POESÍA
“Eso solo lo explica la magia de la poesía, de cómo los hombres en distintas circunstancias reaccionan de un modo igual ante la belleza y lo imponente de la naturaleza”, reflexionó.
El romanticismo fue eso, afirmó, “la fuerza telúrica y la fuerza de los elementos, como eso se expresaba en el alma humana y tanto Bolívar como Heredia supieron formularlo”.
Para Pausides, Mi delirio sobre el Chimborazo es uno de los grandes textos del primer romanticismo, “tan alto como lo que hizo Heredia después con el Niágara, por eso me pareció tan significativo y hermoso estar en Venezuela escuchando sobre esa obra poética».
“Y pienso que nosotros tenemos un Heredia, otra cumbre de la poesía americana, de ese mismo tiempo, que es el tiempo de Bolívar y el de Heredia y son también el mismo tiempo”, apuntó.
El escritor cubano señaló que fue José Martí el principal discípulo de El Libertador, y como las islas que él está reclamando son las nuestras, Jamaica, Haití, Cuba, “somos las islas que Bolívar previó en sus sueños desde la Carta de Jamaica y desde Mi delirio sobre el Chimborazo”.
Por eso, acentuó, me pareció tan hermoso que en Caracas, con un mundo tan convulso, tan terriblemente amenazado por la guerra, estemos aquí hablando de poesía y homenajeando a un hombre tan grande como fue Simón Bolívar, a la luz de un poeta como Heredia, como Martí.
“El poema Mi delirio… está escrito para este instante de América, desde un volcán, América es un volcán, y que Bolívar haya escrito hace 200 años ese poema, y tú lo lees hoy con una tremenda actualidad”, atestiguó.
Ese Chimborazo, aseguró Pausides, es la Revolución, lo que pasa en Haití, a quien le debemos tanto, lo que pasa en Cuba, en Venezuela, en América, por eso esa obra sigue siendo un texto programático, esencial para entender lo que es la región y el hombre americano.
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