Salvar esas vidas es posible si tan solo se lograra dicho control en un 50 por ciento en los hipertensos del país, aseguró el director del Departamento de Enfermedades No Transmisibles de la mencionada cartera, Salvador Tamayo.
En su opinión esta problemática no puede quedar atrapada en intereses académicos, sino que debe trascender a la cultura de la población en aras de una mayor calidad de vida.
“La hipertensión genera pocos síntomas, pero no se debe denominar como enfermedad silenciosa, porque sus consecuencias van desde el desarrollo de discapacidades hasta la muerte”, consideró el experto.
Entre los retos que tiene hoy el tratamiento a las enfermedades no trasmisibles está “cambiar con el cambio”, subrayó Tamayo en un panel de la Organización Panamericana de la Salud en el contexto de la IV Convención Internacional de Salud que se desarrolla en el capitalino Palacio de Convenciones.
Tiene que existir una atención centrada en el paciente, un mejor interrogatorio y consejería eficiente, indicó Tamayo.
Debe mantenerse un enfoque participativo y el buen aprendizaje garantiza una mejor transmisión del conocimiento, dijo el especialista, quien apuesta por el fortalecimiento de la atención primaria.
Insistió en la importancia de la prevención y en especial en los primeros mil días de vida, al tiempo que se deben mejorar los modelos de cuidados, ya sean los crónicos o paleativos.
Todo el andamiaje de un sistema sanitario debe incluir obligatoriamente un modelo de salud mental, pues la depresión afecta hoy al mundo entero, y Cuba no escapa de las estadísticas en ese apartado, alertó Tamayo.
Sin perder de vista el suicidio, también hay que enfrentar enérgicamente males como el alcoholismo, el tabaquismo y los accidentes, comentó el especialista. Advirtió sobre la seriedad que adquiere cada día el problema del envejecimiento poblacional en el país caribeño, pues las personas de la tercera edad son los más afectados por las enfermedades no trasmisibles.
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