La víspera, tanto el bloque de partidos de izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) como la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) anunciaron mociones tras la activación por la primera ministra Elisabeth Borne del artículo 49.3 de la Constitución, que dotó al país de presupuesto para 2023 eludiendo el voto en la Asamblea Nacional.
En el Parlamento, la oposición mostró su malestar, aunque en Francia era sabido que el Ejecutivo tomaría ese camino, sobre todo porque en las elecciones legislativas de junio perdió su mayoría absoluta en el Palacio de Borbón, y quedó en las discusiones de la última semana expuesto a unas tres mil 400 enmiendas a su proyecto original.
La presidenta del grupo parlamentario de La Francia Insumisa, Mathilde Panot, acusó al ejecutivo de pretender “gobernar el país a golpe del 49.3” e informó la presentación por la Nupes de una moción de censura.
Por su parte, el jefe interino de RN, Jordan Bardella, denunció un “abuso de la fuerza” y señaló el lanzamiento de otro reclamo.
Para el oficialismo, la buena noticia es que ninguna de las dos principales fuerzas opositoras parece dispuesta a apoyar la iniciativa de la otra, lo cual hace improbable cualquier intento de poner en peligro a la Primera Ministra y su Gabinete.
Desde antes del empleo del 49.3, ya la líder de la extrema derecha Marine Le Pen había dejado claro que los objetivos de RN y los de la Nupes no son los mismos, citando temas como la emigración.
“No censuramos al Gobierno por las mismas razones. Tenemos proyectos radicalmente inversos, ellos quieren más dinero para la enmigración y menos para la policía”, esgrimió.
El sentimiento es mutuo, y ayer el secretario nacional del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, descartó el apoyo a la moción de RN y subrayó las diferencias de orientación política.
En ese sentido, el dirigente y diputado por el departamento de Norte recordó que la extrema derecha no quiso acompañar en la Asamblea Nacional las propuestas de restablecer el impuesto sobre la fortuna y aumentar el salario mínimo.
“Ellos son lacayos del capital”, sentenció.
También la jefa de bancada de Europa Ecología los Verdes, Cyrielle Chatelain, dejó claro que no respaldarán “jamás” la moción de la extrema derecha, acusándola de defender una sociedad excluyente y de tener raíces “profundamente racistas y xenófobas”.
La única vía para que triunfe en el Parlamento un cuestionamiento al Gobierno es que coincidan en el voto la izquierda, la extrema derecha y los conservadores del alicaído partido Los Republicanos, algo ahora mismo casi inimaginable.
De cualquier manera, una eventual unidad opositora frente al artículo 49.3, usado antes decenas de veces, no significará la caída del Gobierno, ya que al presidente Emmanuel Macron le quedaría la opción de disolver la Asamblea Nacional, un paso de imprevisibles consecuencias.
Nunca en Francia se derrocó al Ejecutivo con una moción de censura, y particularmente citado por estos días es el caso del presidente Charles de Gaulle en 1962, cuando no aceptó la dimisión del primer ministro Georges Pompidou, tras un voto de reprobación ante el uso del 49.3 para una reforma, y disolvió la Asamblea.
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