Ante el monumento a esas vidas truncadas en la plenitud por la soldadesca del tirano Fulgencio Batista se dieron cita temprano las principales autoridades de la provincia, junto a niños, estudiantes y representantes de otras generaciones del pueblo santiaguero.
En sus palabras, el doctor en ciencias históricas Frank Josué Solar se remitió a la hermosa Canción del elegido, de Silvio Rodríguez, en la cual la poesía acude en ayuda del trovador para intentar describir la grandeza de quien naciera justamente cuando se entonó por primera vez el Himno Nacional.
Acerca de la simbólica coincidencia, Solar afirmó que Abel fue consecuente con la máxima de Morir por la Patria es vivir que es esencia de esas estrofas, esparcidas al aire en Bayamo hace hoy exactamente 154 años.
Pormenores biográficos del segundo jefe de la acción armada que comandó Fidel Castro al frente de noveles combatientes fueron mencionados por el historiador, quien enfatizó en la fecunda trayectoria que no alcanzó los 26 años pero se ubicó en el cenit de las luchas insurreccionales cubanas.
El presidente de la Cátedra honorífica consagrada a Fidel Castro en la Universidad de Oriente recordó que al joven le correspondió el área del Hospital Civil Saturnino Lora durante el ataque a la fortaleza militar, punto desde el cual intentó preservar la retirada con vida del líder.
La impronta de Abel Santamaría, nacido en el central Constancia, de la provincia central de Villa Clara, impacta entre los cubanos desde el parque museo erigido en ese último lugar y en otras escuelas, barrios y diversos ámbitos de la ciudad en la cual fue ultimado a balazos.
Sus cenizas ocupan uno de los nichos del monumento a los asaltantes caídos aquel 26 de julio, en cumplimiento de la promesa hecha por Fidel Castro desde la prisión de Isla de Pinos de juntarlos en una gran tumba junto a la del Héroe Nacional, José Martí.
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