La también directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), agradeció la víspera en su discurso de apertura, a cada uno de los colectivos y artistas de prestigiosas compañías de España, Rusia, Italia, Reino Unido, República Checa y Uruguay que respondieron con entusiasmo a la convocatoria del evento, interrumpido por la Covid-19 hace dos años.
Desde la escena del Teatro Nacional de Cuba fue ovacionado el tributo fílmico a los fundadores, profesores y bailarines extranjeros quienes iluminaron la escena, a lo largo de 27 ediciones y mantuvieron viva la esencia del certamen que dio la bienvenida a una de las cuatro joyas del ballet cubano, Aurora Bosch al ofrecer emotivas palabras.
Protagonistas del Ballet Nacional de Cuba (BNC) dejaron constancia de la virtud artística y prestigio que distingue al FIBH, nombrado en honor a la prima ballerina assoluta de Cuba, cuyo ejemplo estuvo presente en este capítulo que, por primera vez, se realiza sin su presencia física.
La interpretación de los bailarines del BNC inspirada en la bella partitura de la Séptima Sinfonía de Beethoven y la pieza creada en 1991 por el fallecido coreógrafo alemán Uwe Scholz fueron las bazas de la gala celebrada la víspera en la Sala Avellaneda.
Nuevamente, la compañía caribeña nombrada Patrimonio Cultural de la Nación hizo suya esa pieza germánica, antes escenificada en Cuba el pasado año y considerada un desafío al requerir dominio técnico y euritmia tanto visual como sonora.
Las parejas principales conformadas por Anette Delgado, Dani Hernández, Sadaise Arencibia y Darío Hernández convocaron aplausos en el afán de traducir lo coral en la obra de Beethoven.
Mientras, otra joven generación de danzantes confirmó que busca perfeccionar cada uno de sus movimientos, visible en las ejecuciones de María Luisa Márquez, Chavela Riera, Ányelo Montero y Yankiel Vázquez.
El mayor evento del arte balletístico en la isla se extenderá hasta el 13 de noviembre con la apuesta de convertir a la urbe cubana en sede de un acontecimiento vivo y dinámico.
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