Por Waldo Mendiluza
Corresponsal en Francia
Cerca de cumplir seis meses en su nuevo lustro en el Palacio del Elíseo, el político de 44 años, quien rehúsa escoger entre la derecha y la izquierda para definirse ideológicamente, lidia con desafíos sociales, económicos y geopolíticos complejos, que ya impactan su popularidad.
El vigesimoquinto presidente de la República desde 1848 asumió el 7 de mayo su segundo mandato con la promesa de actuar sin descanso por un país más independiente, capaz de construir respuestas propias y europeas a retos de nuestro tiempo, citando por ejemplo el cambio climático.
Tan temprano como en junio, el jefe de Estado enfrentó la peor de las pesadillas de entonces, su partido Renacimiento perdió en las legislativas la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, lo cual dejó abierta la puerta a obstáculos para impulsar su proyecto.
Consecuencia directa de ese revés, el Gobierno esgrimió el polémico artículo 49.3 de la Constitución para adoptar en octubre, sin el voto de la Asamblea, los proyectos de ley del Presupuesto 2023 y la Financiación de la Seguridad Social, una decisión denunciada como un acto de fuerza y a la vez una muestra de debilidad.
Asumimos la responsabilidad de darle al país un presupuesto, argumentó la primera ministra Elisabeth Borne al anunciar la activación del acápite, calificada por sectores de la oposición de una postura antidemocrática.
Según Borne, no había otro camino, por el alegado propósito opositor de rechazar el texto, y ante el cumplimiento del plazo fijado para las discusiones, a partir de la cantidad de enmiendas que quedaban por discutir, de las más de tres mil 400 presentadas.
La respuesta no se hizo esperar, y tanto el bloque de la izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) como el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) introdujeron sendas enmiendas en el Hemiciclo.
Las demandas fueron rechazadas en la Asamblea Nacional, pese al inusual apoyo de la ultraderecha a la moción de la izquierda, que contó con 239 votos, a 50 de hacer caer a la primera ministra Borne.
El partido conservador Los Republicanos (LR) impidió, al no acompañar el reclamo en el Palacio Borbón, un escenario bien embarazoso para Macron, quien tal vez se hubiese visto motivado a no aceptar la renuncia de la jefa de Gobierno y a disolver la Asamblea, una situación que ya se dio en 1962 bajo la presidencia de Charles de Gaulle.
“La derecha (LR) salvó por la mínima al Gobierno, al faltar 50 sufragios”, advirtió en su cuenta en Twitter el líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon.
El excandidato presidencial afirmó estar listo para el relevo, en alusión al respaldo que recibió de la Nupes, bloque integrado por insumisos, ecologistas, comunistas y socialistas, para aspirar al cargo de primer ministro si la izquierda lograba en las legislativas de junio la mayoría absoluta parlamentaria.
MOVIMIENTOS SOCIALES
El ambiente en Francia es tenso, en medio de una galopante inflación, que cerró septiembre con una variación interanual otra vez por encima del cinco por ciento; de la reforma a la jubilación, en particular por la intención de Macron de extender la edad de retiro de 62 a 65 años; de la crisis energética, con los precios de la electricidad y del gas que subirán más; y de las consecuencias económicas del conflicto en Ucrania.
En este contexto, trabajadores afiliados a la Confederación General del Trabajo (CGT) iniciaron a finales de septiembre una huelga en refinerías y depósitos de las petroleras TotalEnergies y ExxonMobil.
Reclaman aumentos salariales frente a la inflación y a las exorbitantes ganancias de esas multinacionales, que en el caso de Total ascendieron a más de 10 mil millones de euros en el primer semestre.
La medida duró más de tres semanas, generando penuria de carburantes en hasta tres de cada 10 estaciones proveedoras del país y una situación peor en las regiones Parisina y de Alta Francia, con largas filas de vehículos, restricciones en el servicio y el cierre de muchas instalaciones.
El paro dividió a los franceses en cuanto a las opiniones a favor y en contra, y desencadenó la ejecución por parte del Gobierno del procedimiento de las requisas -obligación a trabajadores a reincorporarse a sus puestos so pena de sanciones penales.
La decisión fue denunciada desde gremios y la izquierda, por considerarla contraria al Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo sobre el derecho a la huelga.
Sindicatos mayoritarios lograron acuerdos con las petroleras para el incremento de sueldo, pero la CGT los desconoció, al estar por debajo de su demanda del 10 por ciento de aumento, rechazo argumentado por el ejecutivo para justificar el uso de la requisición y acusar a la Confederación de bloquear el país.
La huelga atrajo mucha atención mediática y generó inquietud para el Gobierno, que observó además dos multitudinarias protestas y el anuncio de otras en las próximas semanas para denunciar la pérdida de poder adquisitivo.
El 16 de octubre, decenas de miles de personas protestaron en París contra la carestía de la vida, convocadas por la alianza de fuerzas de izquierda Nupes.
“Si usted está en dificultades o en la miseria, es exclusivamente porque la correlación de fuerzas entre los que lo tienen todo y los que tienen poco, está a favor de los que lo tienen todo”, afirmó Mélenchon en uno de los videos divulgados en las redes sociales para llamar a la movilización.
Dos días después, una cantidad aún mayor, estimada en 300 mil franceses, salió a las calles de la capital y otras ciudades para exigir un aumento de salario y denunciar las requisas dirigidas a frenar la huelga en refinerías.
Varios sindicatos estuvieron detrás de la convocatoria, y adelantaron nuevas jornadas de paro nacional.
De acuerdo con encuestas, la popularidad del presidente Macron cayó de manera considerable en este escenario, un malestar que alcanza a prácticamente todos los sectores de la sociedad, con la excepción de sus seguidores.
Uno de los sondeos, realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) para el semanario Le Journal du Dimanche, mostró una aceptación a la labor del mandatario de un 35 por ciento, contra un descontento del 63.
Las pesquisas de la encuestadora no recogían un apoyo tan bajo al jefe de Estado desde febrero del 2020, con un 32 por ciento.
También un estudio de BVA para la cadena RTL y la empresa Orange mostró un retroceso de siete puntos en la popularidad de Macron respecto a septiembre, hasta situarse en un 36 por ciento, a partir de las críticas a su gestión ante la huelga en las refinerías.
DIFERENCIAS CON ALEMANIA
Por si fuera poco, el presidente de la República enfrenta el desafío de las tensiones entre Francia y Alemania, potencias líderes de la Unión Europea, por la respuesta a la crisis energética y las posturas de seguridad resultantes del conflicto en Ucrania.
París y Berlín difieren en la propuesta del primero de topar el precio de compra del gas, rechazada por el segundo; y parecen marchar por caminos separados en el ámbito militar, con el asunto del escudo antimisiles promovido por Alemania, basado en armamento interceptor estadounidense, y el estancamiento del proyecto del caza del futuro.
Aunque ambos países se esfuerzan por ocultar el choque, no tuvieron más remedio que aplazar el Consejo de Ministros bilateral que celebran cada año, previsto inicialmente el 26 de octubre en Fontainebleau.
Macron y el canciller alemán, Olaf Scholz, intentan apegar el fuego antes de que escale, un paso reclamado por el ex primer ministro galo Dominique de Villepin.
“La pareja franco-alemana diverge y por tanto está paralizada. No podemos permitirnos en este momento de la historia no tener a una Europa unida y fuerte”, opinó el también otrora titular de Asuntos Exteriores.
En declaraciones a la cadena France Inter, manifestó que una Europa dividida busca el paraguas estadounidense, cuando debería jugar un papel mayor en el equilibrio del mundo.
Para de Villepin, dejar atrás las tensiones pasa porque Francia «sea seria, ponga fin al laxismo de las finanzas públicas y tenga en cuenta la realidad energética y que el escudo tarifario incitaría a consumir más energía en tiempos en los que falta».
Debemos hacer prueba de coherencia y seriedad, insistió el ex primer ministro.
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