Luego de un mes de acciones de recuperación debido a los daños ocasionados por el huracán Ian, la institución cultural reabrió sus puertas para acoger a las compañías Acosta Danza, el Ballet de Camagüey, Danza Contemporánea y el Ballet Nacional de Cuba.
Como si se tratara de una ceremonia en honor a una deidad, las luces, sonido y bailarines marcaron el despertar de la centenaria entidad, ícono de la urbe vueltabajera con su arquitectura ecléctica y envidiable acústica.
Con la función, incluida en el programa del 27 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, el teatro inició una nueva temporada de funciones, luego de las acciones de restauración debido a la complejidad de los daños causados por el meteoro, desde la cubierta hasta la puerta principal.
El calendario de este ritual místico contó con el estreno de un fragmento de la obra Manos encendidas, del grupo Danza Contemporánea de Cuba, mientras la alineación fundada por el reconocido bailarín Carlos Acosta trajo a las tablas pinareñas las piezas Impronta, Nosotros y Paysage, soudain, la nuit.
Según informó el conjunto, desde la red social Facebook, esta selección estará en cartelera durante el fin de semana, al tiempo que exhibe el talento del conjunto y sus alianzas con coreógrafos prestigiosos como la catalana María Rovira o el sueco Pontus Lidberg.
La agenda, marcada por los estilos clásico, neoclásico y contemporáneo, deleitó al público vueltabajero La fille mal gardée (pas de deux) y Vals, a cargo de los integrantes de las compañías de ballet clásico, mientras el grupo camagüeyano llevó a escena la obra Benedictus.
Tradición y contemporaneidad hicieron las delicias de este ritual de reapertura, de la mano de nóminas que reflejan la diversidad estilística del panorama danzario cubano, en tanto reafirman el respaldo de los artistas al desarrollo y crecimiento de la nación.
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