Tras su primera entrega en la isla, en la noche de este viernes y como parte del 27 Festival Internacional de Ballet, el público asistente ovacionó de pie la pieza, defendida en sus roles principales por Kayoko Everhart (Carmen), Alessandro Riga (Don José), YaeGee Park (Boy), Yanier Gómez (Escamillo) y Benjamín Poirier (Zúñiga).
Con coreografía del sueco Johan Inger, galardonado con el Benois de la Danse 2016 por esta versión, y concebida en dos actos, la puesta en escena refleja de manera vívida el conflicto de sus personajes, mediado por el amor, celos, asesinato, venganza y odio.
La música de Georges Bizet y Rodion Shchedrin acompaña la trama, centrada en el tema de la violencia y con la aproximación a ella mediante la mirada pura y no contaminada de un niño, de ahí la creación de un personaje que acompaña a los espectadores y atestigua la transformación.
De acuerdo con la CND, el espacio escénico de esta nueva propuesta tiene como bases conceptuales la definición de un ambiente claro, limpio y caracterizado por la sencillez y rotundidad de las formas; así como por la honestidad visual de los materiales elegidos.
Los diferentes contextos emergen de la síntesis y armonía de nueve prismas móviles con tres caras diferentes cada uno, conducidos por los bailarines y capaces de concebir una asociación de atmósferas, a partir de la reinterpretación de la novela original, escrita por el francés Próspero Merimée en el siglo XIX.
Las pautas marcadas por su director artístico Joaquín de Luz refieren sobriedad, atemporalidad, contemporaneidad y una tenue cercanía a la década de 1960, conceptos que necesariamente definen la personalidad de los bailarines involucrados.
El propio Luz refirió, en conferencia de prensa, que esta adaptación, ajena a los estereotipos estéticos de la primigenia y de la época descrita, resultó un éxito en Nueva York y manifestó su deseo de una igual recepción por los amantes del ballet en la isla.
El texto de Merimée fue llevado al ballet en 1949 de la mano del maestro Roland Petit, creador de los Ballets des Champs Élysées y de los Ballets de París, y el estreno de la versión cubana aconteció en el Teatro Bolshoi de Moscú, en 1967, con coreografía del gran bailarín Alberto Alonso.
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