La ELAM –ubicada en el oeste de la capital– cuenta en su historial con 18 graduaciones en las que egresaron 30 mil 636 estudiantes de 120 países.
El profesor emérito y consultante de esa casa de estudios Luis Estruch declaró recientemente a Prensa Latina que el plantel es una prueba del humanismo, internacionalismo y altruismo en el pensamiento del Comandante en Jefe.
Fidel tenía como concepto que sin formación de recursos humanos es imposible garantizar servicios sanitarios, para eso se necesita contar con médicos, enfermeras y personal paramédico, y eso es un problema a resolver en las naciones pobres y muchas con notable desarrollo, explicó Estruch.
Lo que la Escuela Latinoamericana de Medicina modestamente hace es instruir a jóvenes, y esto quiere decir, que regresan a su tierra natal con una formación universitaria.
Ellos -añadió- pueden trabajar en comunidades en la atención primaria y ayudar mucho a sus pueblos, dijo el especialista con 52 años experiencia en el sector.
Recordó la presencia de Fidel Castro en la ciudad estadounidense de Nueva York en el 2000, cuando asistió a una sesión Asamblea General de Naciones Unidas.
Lo invitaron, la comunidad negra y religiosa, a un encuentro en la Iglesia Riverside, donde había más de cinco mil participantes, y ofreció 500 becas para que jóvenes del lugar vinieran a estudiar a la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Esa tarea me la dio a mí el Comandante en Jefe, y nadie quería creer eso, que muchachos de la primera potencia económica viajaran a Cuba a formarse como médico, eso fue una larga batalla política e ideológica, puntualizó.
Más de 500 jóvenes de Estados Unidos llegaron hasta Cuba, y más de 250 optaron por la especialidad de Medicina y se graduaron, y gran parte de ellos ya pasaron trámites académicos muy rigurosos para recibir la validación y ejercer en Estados Unidos, destacó el doctor.
Esta batalla tuvo como protagonistas a Fidel Castro y al reverendo Lucius Walker (1930-2010), y creo que no logramos una masividad como lo quería el “Comandante”, pero muchos de ellos –y he tenido la oportunidad de verlos en Harlem y el Bronx- ya laboran en hospitales y comunidades.
Esa fue la idea de Fidel, y no es que nosotros vayamos a resolver el problema de esa nación, pero fue una pequeña cuota de esperanza para los pobres que en sus comunidades podrán ser atendidos por jóvenes graduados en Cuba.
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