Detrás, aunque cada vez más delante del apelativo, está Marcel Cabrera (Cuba, 1995) hijo de cubana y de uruguayo, quien fuera uno de los presos de la dictadura en este país sudamericano y vivió exiliado en la isla caribeña.
De las dos geografías y culturas se nutre el Cubaguayo, escritor, poeta, rapero y todo ello con un comprometido activismo social.
Empezó temprano, en la patria de nacimiento; a los 14 años editó su primera obra literaria: «Mi América en primavera», que en entrevista con Prensa Latina define como un ensayo y mestizaje literario y metafórico con diversos universos lingüísticos.
Luego su otra patria, Uruguay, donde oyentes de un programa radial descubrieron en el joven artista una vena poética que le abrió caminos, versos y actitudes ante el panorama que se antojaba complejo y muchas veces injusto.
Por esos andares nació «El Universo en poesía», «con un ancla en las llagas sociales de nuestro continente. Son temas en verso que van desde lo filosófico, político, histórico».
Y entre tanto también Cuba. Así le escribe a su bandera: «Eres mi patrona, roja, azul y blanca. Mi frío es la ausencia de tu calor, solo estando preso entre tus franjas es que me siento libre, es que no siento dolor».
El poema se titula Eres más que una tela y aparece en otro título, «El tintero del alma».
«En Cuba conocí a Iván Soca, reconocido como el fotógrafo de los trovadores por sus instantáneas de Silvio Rodríguez, Santiago y Vicente Feliú. Se nos ocurrió crear una especie de mundo paralelo donde yo me expresaba en mis versos y él con su lente. El diseño de la portada es del artista plástico puertorriqueño Ángel Alexis Bousquet, un activista por la independencia de su isla».
LUCES, UNA APUESTA SOCIAL
Luces resultó un proyecto y experiencia social en la que Marcel Cabrera hizo realidad la espiritualidad de su literatura.
«Fue tocar la realidad de a quienes escribí en «El tintero del alma»; los que están más atrás, los excluidos, marginados, los presos, quienes se encuentran en los lugares más vulnerables. Entonces surge Luces, un conglomerado de diferentes manifestaciones artísticas, bailarines, teatro, grafiteros, muralistas, trovadores».
Con esta tropa estuvieron en todas las cárceles de Montevideo, la de mujeres, y «el Penal de Libertad, qué nombre tan contrastante, donde estuvo mi padre preso».
También en otras prisiones del interior, centros de internamiento de adolescentes y menores, además de los barrios con mayores índice de violencia y narcotráfico, refiere Marcel, quien no sabe qué hacer con la gorra azul del equipo Industriales, su preferido del beisbol cubano, y con la que se presentó en la entrevista.
Explica que los involucrados en Luces no tenían fin lucrativo ni financiamiento, fue «a pulmón». Refiere que eran tiempos de gobierno del Frente Amplio, con relación muy fluida y reconocimiento del efecto social de aquel desempeño.
«Pero lamentablemente con el cambio de gobierno se eclipsó, no hubo mayor acercamiento ni invitación a proseguir”, comenta, aunque no hay pesimismo en sus palabras pues desde la calle resuenan consignas de una manifestación de sindicalistas que claman por otro orden de cosas y van en ritmo de protesta hacia el Parlamento.
EL ARTE EN LA GUERRA PSICOLÓGICA
A estas alturas del diálogo Marcel Cabrera se torna filosófico en la defensa del arte como herramienta de ingeniería social y también arma en la guerra psicológica contra procesos progresistas y las grandes mayorías excluidas.
El proyecto Luces no era para los grandes festivales ni las disqueras que dominan el mercado. No tengo nada contra los artistas que se desenvuelven en ese mundo del llamado entretenimiento, pero se precisa de un arte que nos nutra y haga conciencia en las nuevas generaciones sobre los grandes problemas que encara la humanidad, argumenta.
Defiende en ese propósito al rap y la cultura Hip Hop, y menciona a hacedores como el mexicano Bocafloja (Aldo Villegas) o el español Nach (Ignacio Fornés) cuyas letras, también publicadas, rasgan los tejidos sociales «en un sistema globalizado que segrega a muchos artistas, trovadores, raperos, y no les dan margen de participar de esa industria».
Considera un acto de justicia que el estadounidense Bob Dylan fuera premiado con el Nobel de Literatura 2016, un galardón «que merecen cantautores como Silvio Rodríguez y Víctor Jara, trovadores quienes por sus letras son poetas».
En esa onda explica que por ello se acerca al rap desde la literatura, «lo cual amplifica el mensaje que quiero dar». Es el sentido de su disco rapero pronto a salir, «pues sus letras son poemas».
«Es un disco para rapear, un poco de palabra hablada, declamación rimada y fondos musicales con artistas de varios países; son 13 canciones que comparten hilo en un álbum conceptual con videos que estamos por filmar en los Andes argentinos».
Se trata, complementa la idea, de romper barreras de encasillamiento; el disco tiene crítica social, compases, otros recursos del Hip Hop, y la rima, con la que también me expreso en «“F8_Transgresor», el poemario que presentó en la Feria Internacional del Libro de Montevideo, en un espacio para la isla antillana y del cual fue coprotagonista el Cubaguayo.
*Corresponsal en Uruguay
arb/ool