El lunes una primera ronda concluyó sin acuerdo, según indicó entonces el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.
Días atrás, y tras meses de desencuentros entre Belgrado y Pristina, el ministro de Defensa serbio, Milos Vucevic, anunció que las Fuerzas Armadas de su país están en alerta máxima, según el canal TV Happy.
De su lado, el presidente de la nación, Alexander Vucic, como comandante en jefe supremo, ordenó al Ejército aumentar el nivel de preparación para responder a cualquier tarea.
La escalada de tensiones comenzó cuando las autoridades kosovares prohibieron la circulación a vehículos con matrículas serbias y fijaron el 1 de septiembre como fecha límite para el cambio de documentación.
Sobrevino entonces el cierre de los pasos fronterizos, caminos, accesos de ambas partes, por lo que el Ejecutivo de Pristina aplazó la polémica medida.
Belgrado advirtió que el objetivo de la normativa es expulsar a la población serbia que reside en la parte norte del territorio autónomo y crear el caos.
Vucic acusó al primer ministro kosovar, Albin Kurti, de pretender imponer medidas a las que no tiene derecho y que son contrarias a los acuerdos entre las partes, alcanzados tras un diálogo auspiciado por la UE.
Mientras, la primera ministra serbia, Ana Brnabic, aseguró que su nuevo Gobierno aspira a entrar en el mecanismo regional, pero advirtió sobre requisitos aun sin cumplir para integrarse al ente comunitario.
Bruselas condiciona la adhesión de Belgrado a la UE al seguimiento a su política de medidas coercitiva contra Rusia, y también le exige «mejorar» la relación con Kosovo.
Brnabic, quien ostenta el cargo por tercera vez, calificó de cínica tal condición y aseguró que las autoridades de ese territorio llevan 10 años negándose a conceder algún tipo de autonomía a los serbios que viven allí.
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