Este tipo de pan, delgado y largo, es un emblema de la vida cotidiana francesa, y según el presidente de la Confederación Nacional de Panaderías y Pastelerías de Francia, Dominique Anract, la decisión de la Unesco “es un reconocimiento para la comunidad de panaderos artesanos”.
Igualmente, la ministra de Cultura de Francia, Rima Abdul Malak, se congratuló por este anuncio, desde su cuenta en la red social Twitter.
Cada día, 12 millones de consumidores franceses adquieren alguna de estas baguettes, que al cabo del año suman la cifra de seis mil millones de barras vendidas en el total de panaderías del país.
Inmortalizada en el cine y la publicidad, la baguette es sin embargo un producto relativamente reciente, aparecido a principios del siglo XX en París, y que continúa haciéndose de forma artesana, bajo la receta tradicional.
Sin embargo, este tipo de panaderías van sucumbiendo ante el empuje de los panes industrializados, y de las 55 mil panaderías artesanales que existían hace 50 años (una por cada por cada 790 habitantes), en la actualidad solo quedan 35 mil (una por cada 2 mil habitantes).
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