Como es tradicional, acogió el acto conmemorativo el Museo de la Clandestinidad, ubicado en el edificio de la estación de Policía, en el emblemático barrio de El Tivolí y donde cayeron abatidos Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.
Ese inmueble fue uno de los objetivos principales de la acción armada, comandada por el joven líder Frank País, quien demostró su valía como jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio.
Aunque azares diversos impidieron que el levantamiento coincidiera con el arribo de los revolucionarios que navegaban en el yate Granma procedentes de México, su impacto fue notable al evidenciar la efervescencia rebelde en el país, de lo cual también dieron fe los posteriores acontecimientos.
En sus memorias, recogidas en el libro El rostro descubierto de la clandestinidad, Gloria Cuadras describe aquella madrugada y el orgullo legítimo experimentado al ver a Frank, Armando Hart y Taras Domitro, entre otros, ponerse por primera vez el uniforme verde olivo.
Ese atributo, junto al brazalete del Movimiento insurreccional, fueron los dos símbolos que salieron también a combatir en esa jornada memorable, en la cual, según sus palabras, Pepito, Tony y Otto “habían caído en el asalto a la Estación de Policía, peleando como leones”.
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