Cerca de 10 mil controladores están llamados al paro, que se alargará en principio hasta el domingo, y que afectará a los trenes de alta velocidad (TGV) e Intercity, el 60 por ciento de los cuales fueron cancelados y, según la empresa, habrá una “reanudación gradual” el lunes, con 3 de cada 4 trenes en todas las rutas del TGV.
El eje atlántico será el más afectado, con únicamente un 25 por ciento de las conexiones, debido a que entre un 80 y un 90 por ciento de los controladores ferroviarios de la zona decidieron secundar la huelga.
Fuentes sindicales denunciaron las condiciones laborales que les obligan a “trabajar tres fines de semana al mes y a no dormir en casa más de diez noches al mes”, además de exigir la integración de diversas bonificaciones en el salario base, para que se tengan en cuenta de cara al cálculo de la jubilación.
El colectivo presentó un preaviso de huelga para los fines de semana de Navidad y Año Nuevo, con el objetivo de presionar a la SNCF, después de no haber conseguido ningún avance concreto en las dos reuniones celebradas con la dirección.
Por su parte, el director de la SNCF, Jean Pierre Farandou, confió en “encontrar un equilibrio entre el precio de los billetes, por un lado, y el aumento del número de trabajadores ferroviarios, por otro, para disponer de recursos para innovar e invertir”.
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