Por Yilian Arzuaga
Redacción de Cultura
Graduado de Artes Plásticas, escenógrafo, amante del teatro y la buena música, decidió adentrarse en el mundo trovadoresco con solo 17 años, cuando vivía en Santiago de Cuba, y fue en la Casa de la Trova de esa ciudad donde descubrió qué era lo que verdaderamente le gustaba.
El artista es uno de los referentes de este género en la isla, al dedicarle una gran parte de su vida.
En este sentido, es acreedor de numerosas distinciones y reconocimientos, entre ellos, las medallas por la Cultura Nacional, los 10 años de la Nueva Trova, y la Alejo Carpentier, además del Diploma al Mérito Artístico otorgado por la Universidad de las Artes y las placas Nicolás Guillén y José María Heredia, así como la distinción Majadahonda.
Para quien no lo conoce, parece uno más; para el que admira su música, detenerlo en pleno viaje en la calle se vuelve imprescindible, simboliza la muestra de agradecimiento que recibe del pueblo al cual canta.
Conoció y aprendió de los grandes de la trova tradicional: el trío Matamoros, Sindo Garay y el Cuarteto Oriente; junto a ellos interpretó algunas de composiciones que hizo.
Para este fundador del movimiento, la Nueva Trova está imbricada en la manera de cantar de Latinoamérica en los años ’60, debido a que el surgimiento del género en Cuba fue espontáneo.
La Nueva Trova representa esta corriente del arte y del pensamiento, pues cumplió un rol fundamental en los diversos contextos políticos, sociales y culturales de la región por su espíritu crítico y transformador.
“La Revolución había triunfado y reflejamos la victoria en las canciones de esa generación. En 1968 fue el primer encuentro de la Canción Protesta en la Casa de las Américas, donde nos percatamos que en otros países se había gestado un movimiento de esa magnitud, tales como Brasil, Argentina y Chile, por lo que creamos un vínculo con los artistas de la región”.
Augusto Blanca nunca quiso ser famoso, solo hacer canciones tal y como él las concebía, cuenta, aunque en la adolescencia ganó éxito con el trío Nocturno, en el poblado holguinero de Banes. Lograr el respeto y reconocimiento del pueblo es su mayor alegría profesional.
“Al principio nuestras canciones eran muy contestatarias, queríamos lograr cambios, luchar contra el burocratismo de esa etapa.
“Este año la Nueva Trova cumple 50 años y su trascendencia se debe a que jugó un papel fundamental con la cancionística como background de los sucesos de ese momento. La Campaña de Alfabetización (1961) y la Crisis de Octubre (1962) fueron inspiración para nuestras creaciones, por ejemplo”.
Recientemente se declaró a la trova como Patrimonio Cultural de la nación antillana, durante la celebración de la XXVII edición del Festival Nacional Carlos Puebla In Memoriam, en la oriental ciudad de Manzanillo, provincia de Granma, escenario que hace medio siglo acogió el despertar de este movimiento.
PARA QUE LA NUEVA TROVA PERDURE EN EL TIEMPO
El autor del álbum Regalos confiesa que sus mayores inspiraciones para componer son las experiencias personales, “mis estrofas nacen de las vivencias de la gente; el objetivo de un trovador es hacer al público protagonista de tus historias.
“El movimiento de aquel momento estaba consolidado y ganó seguidores, la juventud se sentía representada en nuestras canciones”.
Más allá de su labor trovadoresca, también existe un Augusto Blanca con confianza en las nuevas generaciones de trovadores. Él recomienda a los más jóvenes del género que “aprovechen y expresen lo que tienen dentro, tomen inspiración de los problemas de la sociedad, que son los más valorados por el público”.
A pesar de que el género alcanzó el clímax en los años ‘80, desde hace algunos años dejó de ser popular, según Augusto, quien opina que esta crisis se debe a la falta de divulgación de la trova en los medios de comunicación. “A veces sitúan nuestras canciones en la radio a las seis de la mañana, un horario donde pocos nos pueden escuchar”.
Ante tal panorama, el trovador ofrece posibles soluciones, para que perdure el género en el tiempo. “Es necesario que promocionen a la Nueva Trova, no existe una representación del movimiento en la televisión, solo aparecemos en los festivales de bolero, como si nuestra música fuera una cosa arcaica.
“En estos últimos años los trovadores han creado muchas canciones, pero si no se graba, quedan solo para la historia; hay que darles visibilidad, promocionar giras, para que no quede solo en las peñas del recinto ferial Pabellón Cuba.
“Rescatar el género no depende del gremio de trovadores, sino de las instituciones culturales que solo lo dan a conocer cuando se acerca un aniversario o alguna fecha especial, después baja la espuma; si no se abre un espacio para los artistas, sus canciones terminan encapsuladas”.
Blanca forma parte de una generación de músicos cubanos descendientes del rico legado trovadoresco de la isla antillana que transformaron y renovaron la canción cubana.
Su obra es reconocida como una de las importantes del Movimiento de la Nueva Trova, que fundó junto a varios artistas como Silvio Rodríguez (1946), Noel Nicola (1946-2005) y Pablo Milanés (1943-2022), este último fallecido recientemente.
En sus ojos recae el recuerdo acumulado durante 77 años. Siente orgullo de haber formado parte de esa concepción que dio una nueva esperanza a los amantes del género.
“Para mí la trova nunca va a morir, hay material y mucho talento, como la canción Yolanda de Pablo Milanés y la obra de Silvio Rodríguez que permanece a lo largo de la historia, pues refleja nuestras raíces; mientras se incorporen nuevas sonoridades al género, este seguirá creciendo”.
Para quien logró un lugar cimero en la música cubana, el tiempo representa una fuente inagotable de sorpresas. “Tengo muchas ambiciones todavía, siempre se me ocurre algo que hacer. Hoy trabajo en varios planes, entre ellos, dos nuevos discos: Postergadas y Humedades.
“También en un libro auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, titulado Huellas en los rieles, compilación de 139 crónicas que incluyen el proceso del surgimiento de la Nueva Trova”.
¿Cómo le gustaría que lo recordaran? Se palpa, con la mano derecha, el lado del corazón. ¿Acaso no puede un gesto decirlo todo?, dice Augusto.
“Desearía que me recordaran como un guajirito de mi pueblo, que a través de mis canciones conozcan más sobre la historia de Cuba; estaré cantando la trova o como dice el refrán, perro huevero aunque me quemen el hocico”.
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