Jamás volverá a nacer otro Veitía. Ese personaje puso a Cuba en lo más alto, formó muchas campeonas durante mucho tiempo, expresó Fernando, carpintero de oficio, apasionado de los deportes de combate, boxeo, lucha libre y lógicamente, judo.
Este miércoles, en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, el pueblo de La Habana acudió a rendirle un último homenaje al profesor de tantas generaciones de mujeres judocas, llevadas de su mano, cual novia frente al altar, directo al estrellato, a la fama, a la gloria.
En medio de tamaña multitud, Jorge Camarero, fotorreportero de profesión, detalló que «Veitía convertía en oro todo lo que tocaba», era «un maestro totalmente dedicado al judo cubano».
Yusmara y Reinaldo pidieron la mañana libre en su centro laboral para decirle adiós, in situ, al jerarca de los tatamis: «era una inspiración, vivía cada combate como si en ello le fuera la vida, nos enorgullecía», resaltaron.
Veitía falleció en la noche del pasado lunes a los 75 años de edad, tras batallar durante meses contra la diabetes y varios eventos cardiovasculares. Ese día partió hacia la eternidad uno de los mejores maestros de judo de la historia del deporte.
En su legado, más allá de las decenas de medallas y títulos olímpicos y mundiales, quedará por siempre la dedicación a sus mujeres de hierro y su vocación de educador y formador de atletas de alto rendimiento.
Desde que asumió las riendas del judo femenino nacional a finales de los 80′, las escuadras de Cuba marcaron pautas extraordinarias allende los mares, al extremo de ganar, por países, los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, y en los campeonatos mundiales de Shiba 1995 y El Cairo 2008.
Exaltado al Salón de la Fama de la Federación Internacional de Judo por sus proezas sobrenaturales, Veitía formó semidiosas de la envergadura de Idalys Ortiz, Estela Rodríguez, Legna Verdecia, Amarilis Savón, Daima Beltrán, Driulis González, Odalys Revé, Yurisleidis Lupetey y muchas, muchas más.
Venerado por sus adversarios y respetado hasta la marcialidad más sublime por sus discípulas, «el gordo Veitía» dejó una huella imperecedera en la historia del deporte mundial.
Personas así nacen una vez en un siglo. Lo colocaría a la altura de Eugenio George (mito del voleibol cubano y mundial), y de Alcides Sagarra (mejor preparador de boxeo de todos los tiempos en Cuba), como los mejores entrenadores que parió la Revolución, aseguró Marcial, ex atleta de equipos habaneros de béisbol.
Así, cientos de habaneros, miles, hablaron de Ronaldo Veitía. Todo alabanzas, todo admiración y cariño para con el ilustre ser humano. La tristeza vibraba a flor de piel, retumbaba como un Ippon de campeonato. Un mar de pueblo envuelto en lágrimas inundaba el Coliseo y sus alrededores.
Adiós profesor. Hasta siempre campeón, que la Patria os contempla orgullosa.
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