Según anunció el Ballet Nacional de Cuba, el próximo 16 de diciembre dedicarán una función de gala a quien es conocida como una de las “cuatro joyas” junto a Loipa Araújo, Mirta Plá y Josefina Méndez.
Durante esa función especial en el Teatro Martí, la compañía presentará selecciones de obras como Giselle, Grand pas de quatre y El lago de los cisnes, en las cuales Bosch brilló con su desempeño.
Pero a ella no le bastaron solamente los éxitos logrados durante su tiempo sobre los escenarios y siguió una carrera como maître fuera y dentro de Cuba.
En una ocasión, contó a Prensa Latina que una de las grandes responsabilidades de los maîtres es “transmitir todas las experiencias anteriores para que no se rompa la cadena”.
Por eso disfruta en los ensayos tanto si se trata de trabajar con primeras figuras, como con el cuerpo de baile.
A juicio de Bosch, es imprescindible que los bailarines tengan en cuenta que su profesión demanda disciplina y cuidado porque utilizan el cuerpo como instrumento, y también confiere gran importancia a la formación general de cada artista.
“La cultura de un bailarín es sumamente importante, no es solo hacer pasos, cuando se abra el telón hay que tener un bagaje interior para poder proyectar sentimientos y sensaciones”, considera la maître.
Galardonada en 2003 con el Premio Nacional de Danza, Bosch no esconde su fascinación por la enseñanza, habilidad cultivada desde los tiempos en los cuales estremecía las tablas al encarnar a la Reina de las Willis, en Giselle; y a Odile, en El lago de los cisnes.
Formada bajo la guía directa de Alicia y Fernando Alonso, se le considera actualmente una de las más sólidas representantes del método técnico, ético y estético de la escuela cubana de ballet.
Desde sus primeros años como bailarina, desarrolló de forma paralela sus aptitudes para la instrucción, las cuales cultivó en la Compañía Nacional de Danza de México, el Ballet Nacional de España, el Real Ballet de Dinamarca y su Escuela, y el Ballet de Boston, en Estados Unidos, entre otros.
Sobresaliente fue también su técnica, tan fuerte como el diamante, según la crítica especializada.
El 17 de junio de 1967, Arnold Haskell –considerado el decano de la crítica mundial de ballet– eternizó con el calificativo de las cuatro joyas a las bailarinas cubanas Aurora Bosch, Loipa Araújo, Mirta Plá y Josefina Méndez.
Las cuatro trascienden hasta nuestros días como importantes pilares de la escuela cubana de ballet.
ft/ifb