La celebración que aglutina a fieles de toda la isla tiene sus orígenes en la tradición popular que implica suplicar por el bienestar familiar, así como alejamiento de todo tipo de maldad.
Cuenta la historia que en este santo se enrolan tres figuras, tres historias; San Lázaro, el personaje bíblico amigo de Jesús y hermano de Marta y María Magdalena; Lázaro, el mendigo de una parábola del Evangelio de San Lucas; y el yoruba, el orisha africano emergido del sincretismo, Babalú Ayé.
Una de las principales características de la celebración que enriquece el imaginario popular ha sido el peregrinar de cientos hasta el Santuario o Iglesia de San Lázaro en El Rincón, ubicado en las afueras de La Habana, en el capitalino municipio de Boyeros.
Allí muchos creyentes no solo se consagran a su fuente de agua milagrosa, también recorren de rodillas o arrastrando piedras y cruces para cumplir promesas pendientes por beneficios recibidos al tiempo que visten prendas de color violeta, encienden velas o tributan flores y estampillas con el retrato de San Lázaro.
En tiempos de crisis sanitaria, los cubanos reavivan su fe al volver al rincón de los milagros, marcado por lo sincrético entre las tradiciones españolas y africanas.
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