En estos términos se expresó Roberto Villoch, director de la Oficina del Conservador, al valorar la belleza que mantiene la ciudad, del pueblo que la forja y preserva atractiva para el próximo año celebrar los 509 años de creada.
La fusión de culturas como la hispana y la africana hacen de esta añeja villa un tesoro incalculable en la arquitectura, la música, la literatura, la plástica y la danza; son estimulo a la creación artística-literaria y el trabajo comunitario, precisó Villoch.
Recorrer sus singulares boquetes y calles empedradas, la mayoría a la vera del caudaloso Yayabo, es revivir historias, leyendas y tradiciones, escucha las cuerdas y voces de un trío, los tambores de una parranda o los versos de un trovador.
La contribución más generosa de sus pobladores a la cultura cubana es su música tradicional: Pensamiento, Mujer Perjura, Herminia, Nenúfar, Canto a Cabaiguán, son algunas de las creaciones insignias que recorren el mundo.
Destacados bardos como Rafael «Teofilito» Gómez, Miguel Companioni, Manolo Gallo, Sigifredo Mora, Arturo Alonso, Catalina Berroa, Rafael Saroza y Rafael Rodríguez, cantaron a la belleza de la mujer, al paisaje y a la vida del parroquiano.
Por generaciones se conservan versos y tonadas de los siglos XVIII y XIX en los coros de clave, los cabildos y los cantares de las parrandas y ritmos callejeros del Santiago Espirituano, que tiene su origen en celebraciones religiosas desde 1655.
Muy cerca del río Yayabo y su puente de cinco arcadas, único en Cuba, están el Teatro Principal, y en el centro la majestuosa Iglesia Mayor con más de tres siglos de existencia.
Sancti Spíritus mantiene un encanto melódico y como toda antigua villa tiene su Güije, de ojos saltones, que disfruta de sus delicias y encantos en el centro de Cuba.
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