El llamado lo lanzaron los principales gremios del país, entre ellos la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera, Solidarios, la CFE-CGC y la FSU, pocas horas después de que la primera ministra Élisabeth Borne divulgara el proyecto.
Para el ejecutivo es una mala noticia que estén juntas en la convocatoria la CFDT, con frecuencia cercana al oficialismo, y la CGT, dos organizaciones que no suelen coincidir en sus posturas ni en la participación en protestas.
El movimiento intersindical espera hacer retroceder con “una poderosa y duradera movilización” la reforma, cuyo punto más polémico es la extensión de la edad de retiro de los 62 años actuales a los 64.
De acuerdo con el secretario de la CFDT, Laurent Berger, el propio 19 de enero los gremios darán una actualización de los pasos a seguir en los próximos días.
Borne justificó en su presentación el proyecto, el cual será discutido el 23 de enero en el Consejo de Ministros, antes de comenzar en febrero su camino parlamentario en la Asamblea Nacional, donde el oficialismo perdió la mayoría absoluta en las elecciones legislativas de junio.
El Gobierno considera indispensable la reforma de la jubilación con argumentos económicos, que le darían equilibrio y sostenibilidad.
En ese sentido, la primera ministra mencionó que la iniciativa aportaría casi 18 mil millones de euros para el 2030.
Fuerzas políticas de diversos colores se sumaron al rechazo al texto y prometieron dar batalla en las calles y en la Asamblea Nacional.
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