La actual ley, aprobada en 2015 y presentada como «uno de los textos más importantes del quinquenio» del presidente Francois Hollande, apuntaba hacia un cambio de modelo en el que hubiera sobriedad en el consumo y más energías renovables, en detrimento de la producción de combustibles fósiles y nuclear.
En 2019 el compromiso de reducir al 50 por ciento la producción de electricidad mediante la energía nuclear fue pospuesto de 2025 a 2035 por el actual presidente Emmanuel Macron, si bien se comprometió a mantener los objetivos de la ley de transición energética.
La propuesta no solo elimina una cifra máxima, que ahora podría convertirse en una cantidad base tratando de mantener “la cuota de la energía nuclear en la producción de electricidad por encima del 50% de aquí a 2050”, además modifica el espíritu de la norma que abogaba por la energías limpias y suprime el tope de capacidad nuclear instalada que figuraba en la ley.
La nueva redacción, decidida por la Comisión de Asuntos Económicos del Senado, aun puede ser modificada, pues será igualmente debatida en la Asamblea Nacional (Cámara Baja), pero en principio el Gobierno y la mayoría de derechas que domina el Senado quieren abrir la posibilidad de construir nuevos reactores nucleares (EPR2), sin un límite definido.
Todo ello atenta también contra el debate público en curso sobre la creación de nuevos reactores nucleares EPR2, organizado por una institución estatal consultiva, pues el Gobierno pretende cambiar radicalmente los plazos de las autorizaciones administrativas, los procedimientos legales y los marcos de la democracia medioambiental.
Por el momento Flamanville es el único reactor de este tipo en Francia, aun en proceso de construcción, pero acumula un retraso de 12 años y un sobrecoste de 10 mil millones de euros.
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