Ambos excandidatos presidenciales mostraron determinación a enfrentar el proyecto y resaltaron el rechazo que genera, con puntos cuestionados como la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años y el aumento del período de cotizaciones a 43 años.
Nadie cree que esta reforma sea necesaria, todos saben que es inútil, subrayó Mélenchon, el líder de La Francia Insumisa (LFI).
De acuerdo con el político, la batalla contra la iniciativa será determinante, y vaticinó un buen apoyo a la jornada de protestas convocada por los sindicatos para el 31 de enero, después de las marchas multitudinarias de hace una semana.
Por su parte, Le Pen (Agrupación Nacional) afirmó en su visita al norteño departamento de Paso de Calais que cada vez más franceses «comprenden que esta reforma es inútil, brutal e ineficaz».
Asimismo, la finalista en el balotaje de las presidenciales de mayo pasado adelantó su objetivo de convencer a diputados conservadores y oficialistas para que se opongan al texto en la Asamblea Nacional.
Las encuestas reflejan hasta siete de cada 10 ciudadanos contrarios al proyecto sobre la jubilación, el cual llegará a la Asamblea a principios de febrero.
Al respecto, el vocero gubernamental, Olivier Véran, pidió no juzgar toda una estrategia solo por los sondeos, aunque reconoció su importancia.
En la prensa y analistas estiman que el Gobierno pierde de momento la batalla de la opinión pública.
Las reformas del sistema de retiro nunca han sido populares, nos toca explicar porque no hay otra alternativa que equilibrar la jubilación, manifestó en esta capital Véran.
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