«No tenemos ayuda de la provincia, ni del ayuntamiento, ni del gobierno federal», dijo al medio de prensa Rob Haid, quien junto a su esposa Elizabeth, lamentó que su compañía de seguros solo pagará la mitad de los daños y percibe como si hubiesen quedado solos para enfrentar al desastre.
El pasado 24 de julio, vientos huracanados arrastraron remolques y arrancaron cientos de árboles al norte de Belleville, causando destrozos al negocio con el que ambos esperaban poder jubilarse.
«Es diferente a estar en el centro de Toronto, donde hay un millón de personas, chasquean los dedos y vienen corriendo. Aquí estamos solos y no tenemos nada», enfatizó.
Durante mucho tiempo, la pareja ni siquiera podía hablar del tornado: el dolor era demasiado crudo, ahora el dolor dio paso a la frustración, reseñó la cadena de noticias.
Es un sentimiento compartido por muchos habitantes de la región rural, incluidos los cargos electos que suplicaron ayuda al gobierno provincial, apuntó el reporte.
El alcalde de Tweed, Don DeGenova, pidió que se modifique el modo en que el país y la provincia apoyan a las comunidades afectadas por catástrofes naturales.
«Lo que queremos decir es que la gente necesita ayuda. Necesitan ayuda desesperadamente», advirtió.
Los investigadores del proyecto Northern Tornadoes de la Universidad de Western determinaron que el fenómeno registrado fue una tormenta EF2 con vientos máximos de 190 kilómetros por hora, que dejó un rastro de destrucción de unos 55 kilómetros de largo.
Medio año después de la tragedia –señaló CBC-, las afectaciones son evidentes: troncos retorcidos y árboles aplastados flanquean la carretera y las lonas cubren las casas que quedaron sin revestimientos o las tejas.
La gente vive atemorizada por los posibles incendios forestales e inundaciones que vendrán cuando llegue el verano, subrayó el material al comentar que el municipio de Tweed no es el único que reclama apoyo provincial tras el tornado.
Recordó el reportaje que el alcalde del condado de Hastings, Bob Mullin, envió el 20 de diciembre una carta en duros términos a dos ministros de Ontario -Recursos Naturales y Silvicultura, y Asuntos Municipales y Vivienda- en la que describía los «innumerables árboles» arrasados y el «grave riesgo para la seguridad».
«Nosotros, junto con nuestros municipios miembros, hemos pedido ayuda en varias ocasiones a su gobierno desde que se produjo esta tormenta y no hemos recibido, en nuestra respetuosa opinión, el nivel adecuado de asistencia», expresó.
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