Corría la década de 1980, años mágicos con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Moncada inundando con la mejor trova la Plaza Cadenas o la Escalinata de la Universidad de La Habana.
Pero también aparecía Chucho Valdés, Emiliano Salvador, Bobby Carcassés, Changuito, Tata Güines o hasta el mismísimo Dizzy Gillespie disparando notas desde su trompeta, con aquellos inmensos cachetes repletos de buen jazz, en la Casa de Cultura de Plaza.
La noche empezaba o terminaba en la casona de la calle Calzada, entre 6 y 8, en el Vedado capitalino, con desplazamientos hasta el Hotel Nacional, cuartel general de las jam session en las madrugadas, espacio que más tarde ganó el club La Zorra y El Cuervo, en la populosa Rampa.
Fuimos privilegiados, gracias a los conciertos y sesiones de improvisación del Jazz Plaza pudimos disfrutar de lo mejor del género en el mundo como los estadounidenses Herbie Hancok y Winston Marsalis, mientras un joven Gonzalito Rubalcaba arrebataba al público con sus inmersiones en el piano, acompañado por su grupo Proyecto.
Eran horas de éxtasis musical, de muchas descargas, aunque no tantas, ni en tantos lugares como ahora. Como reconoció hace unos días Carcassés, fundador de la mayor fiesta del jazz en Cuba, esta edición 38 cuenta con más escenarios (más de 20 entre La Habana y Santiago de Cuba) que en otras ocasiones.
Y las aspiraciones son mucho mayores. El pianista cubano Roberto Fonseca, director artístico de la cita, aseguró que su sueño es en el futuro poder llevar el festival a otras provincias de la isla caribeña, donde el género musical cuenta con muchos seguidores.
Cuba fue y es fuente inagotable de excelentes jazzistas que han demostrado al mundo la valía de sus escuelas de música y de su sistema de enseñanza artística, de donde salieron talentos de la talla de Roberto Fonseca, la familia López Nussa, Rolando Luna, César López, Germán Velazco, Ignacio “Nachito” Herrera, entre muchos otros.
Y no es para menos, a lo largo de su historia, en las principales salas del país se presentaron grandes como Tete Montoliu, Michel Camilo, Carmen McRae, Chano Domínguez, Giovanni Hidalgo, Charlie Haden, Danilo Pérez, Gato Barbieri, Roy Hargrove y Max Roach.
La lista incluye además a Steve Coleman, Airto Moreira, David Amram, Roy Ayers, Irene Reid, Leon Thomas, Dave Valentín, Terence Blanchard, Ronnie Scott´s, Winston Marsalis, Ry Cooder, Stan Getz y Orquesta de Jazz Lincoln Center.
De esa sabia bebieron talentosos músicos cubanos, entre ellos Mario Bauza (trompetista), Felipe Dulzaides (pianista y compositor), Frank Emilio Flynn (pianista), Guillermo Barreto (baterista), Leonardo Acosta (saxofonista y musicólogo), Lázaro Herrera (trompetista), Armando Romeu (saxofonista, director de orquesta), quienes cocinaron las primeras ideas de hacer una gran fiesta del jazz en la nación antillana.
Esa es la memoria, el camino recorrido, con obstáculos enfrentados, como en toda gran obra. Así y todo el Festival se renueva y crece, gracias al esfuerzo de las instituciones de la cultura en la isla, de sus artistas y de muchos en el mundo, que lo consideran entre los mejores a nivel internacional por su “bomba” (corazón) y “feeling”, al decir de sus músicos.
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