Instalada en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta el 23 de abril, la muestra homenaje ilustra su talento y virtuosismo en el universo de los lienzos y pinceles, que lo posicionaron en un lugar privilegiado de las artes plásticas de la isla.

Asimismo, recordó cómo tener hijos le cambió la visión de la vida y las ganas de poner su obra en las galerías del Bellas Artes, un anhelo hecho realidad esta tarde, con la presencia de sus familiares y amigos.

De igual forma, se refirió a su apego a la simbología y atributos de la isla caribeña, así como a la representación en su obra de figuras emblemáticas de Cuba, entre ellas el Apóstol José Martí.

La selección exhibe una mirada atrás sobre la trayectoria de este autor y sin dudas, invita a ese estudio necesario y crítico, sobre el lugar de Ernesto Rancaño en el arte cubano actual; hoy, cuando ya su ciclo creador se ha congelado en la poesía definitiva y trascendente, señala la invitación a la muestra.

Rancaño sobresalió por su capacidad de insertarse en «las tendencias postmodernas, combinando disímiles lenguajes que van desde la cita de técnicas de tradición pictórica, al objeto y la video instalación, sin abandonar nunca ese hálito surreal y onírico de su obra.
Más de una treintena de piezas conforman la exposición que recorre cerca de tres décadas de labor, hasta «la última pintura en el caballete de su estudio, en la que trabajaba el artista en el momento de su deceso», apunta el Museo desde la red social Facebook.

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