El arranque de los debates previstos hasta el 17 de febrero resultó polémico, ya que solo una de las mociones presentadas por la oposición podía ser votada, y el sorteo decidió que fuese la de la extrema derecha (Agrupación Nacional) con su llamado a referendo de cara al proyecto, el cual tiene como punto más repudiado la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años.
La defensa del texto corrió a cargo en primera instancia del ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, quien reiteró el discurso oficial de que la reforma es indispensable frente al déficit del sistema de la jubilación, en medio de gritos y críticas de una parte de los diputados.
“No estamos en un anfiteatro ni en una manifestación, estamos en el Hemiciclo”, afirmó la presidenta de la Asamblea, Yaël Braun-Pivet, obligada a detener la sesión por unos cinco minutos.
Parlamentarios del bloque de la izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) hicieron saber su malestar ante el proyecto, al que califican de injusto e innecesario, todo lo contrario de lo que dice el ejecutivo.
Dussopt insistió en el tenso ambiente en que las cifras obligan a reformar la jubilación y a trabajar más, mientras el ministro para las Cuentas Públicas, Gabriel Attal, declaró a su turno que sin los cambios propuestos, será imposible financiar las pensiones.
La jefa de la bancada de La Francia Insumisa, Mathilde Panot, y el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Éric Coquerel (también de los insumisos), fustigaron el texto.
“Ustedes no están defendiendo el valor del trabajo, sino el valor de la servidumbre”, estimó Panot al dirigirse al oficialismo, mientras Coquerel advirtió que el único camino para la reforma es su retiro.
El pulso político que comenzó en la Asamblea sigue al social, traducido en las convocatorias de los principales sindicatos a marchar y realizar huelgas contra la iniciativa, que también tiene como elementos polémicos el aumento del período de cotizaciones a 43 años y la eliminación de regímenes de jubilación.
El 19 y el 31 de enero, más de dos millones de franceses, según gremios, marcharon contra el proyecto, con nuevos llamados a protestar mañana y el sábado.
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