Lastrada por la factura energética, Francia registró un déficit comercial de bienes por valor de 164 mil millones de euros, frente a los 84 mil 700 millones de 2021, mientras que los servicios registraron un superávit sin precedentes gracias al turismo y los transportes.
“Desgraciadamente estamos en la continuidad de años anteriores”, declaró el ministro francés de Comercio Exterior, Olivier Becht, al presentar los datos correspondientes al pasado ejercicio, señalando que “es el gran desplome de las balanzas comerciales en todas partes”, en relación a países como Alemania y otros del ámbito europeo.
A pesar de reconocer que las cifras suponen “un déficit extremadamente grande” quiso destacar el positivo superávit récord de los servicios, y achacó el desorbitado coste de la factura energética a la escalada de precios debido al conflicto bélico en Ucrania y a las interrupciones en las centrales nucleares francesas, que obligaron al país a importar electricidad.
El pasado año los precios de la energía importada se multiplicaron por 2,1, en comparación con el año anterior, y en concreto la factura del gas aumentó un 248 por ciento, hasta 59 mil millones de euros, lo que supuso más de la mitad del monto total de energía, que fue de 115 mil millones de euros.
Además el gobierno también culpó de los malos resultados a la subida de los precios de las materias primas, también de los metales y los alimentos, a la depreciación del euro frente al dólar y a las tensiones en las cadenas de suministro.
Los datos positivos vinieron del superávit récord en el sector servicios, de 50 mil millones de euros, tras un nivel histórico de 36 mil millones ya en 2021, así como en el transporte que registró 25 mil millones de superávit y en el turismo con un saldo positivo de 14 mil millones.
Francia registra un déficit crónico en su comercio de mercancías con el resto del mundo desde hace 20 años, y el último superávit comercial se remonta a 2002, según cifras del Instituto Nacional de Estadística.
mem/acm