El encuentro tuvo lugar en el casco histórico de La Habana, donde radica el emblemático inmueble conocido como Palacio de los Capitanes Generales.
Allí, en el contexto de la Feria Internacional del Libro de esta urbe y frente a la imagen de bronce del otrora Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, la erudita antillana recorrió, aunque casi con sorna, cada tablado de esa calle con solo sentir la presencia de su pluma y libreta de anotaciones.
Una de las invitadas fue la escritora mexicana Socorro Venegas, editora de la nueva reimpresión de la obra, quien se refirió a Loynaz como una personalidad poliédrica, de muchos rostros.
Son facetas de la vida de la poetisa que no conocía. Tuve la oportunidad de apreciar su recopilación de abanicos y de muñecas; de adentrarme en esa mente tan brillante, evocó.
La intelectual del hermano país aprovechó el espacio literario para aludir a la colección Vindictas, una serie que se acerca a la reivindicación.
Se trata de resguardar en la memoria de los lectores a las escritoras latinoamericanas que engalanan este muestrario y, a su vez, promover la enseñanza de sus obras en las altas casas de estudio, expresó Venegas.
La académica utilizó palabras precisas del narrador, ensayista y crítico literario Juan Ramón de la Portilla, al repasar su hoja de vida.
El también editor cubano, en su reseña de la novela Jardín, considerada por él como un gran poema, apuntó en una ocasión: «tiene a su vez una narratividad intrínseca tan explosiva que puede pendular del surrealismo al gótico, sin ser en definitiva patrimonio de lo uno y de lo otro».
Venegas citó, además, a la poetisa chilena Gabriela Mistral, quien en su tiempo escribió que con Jardín su autora ofreció uno de los mejores repasos del idioma, por la impresionante potencia de lenguaje.
Un momento emocionante radicó en la exposición de la especialista del Instituto Cubano de Literatura y Lingüística, Zaida Capote, ferviente estudiosa de la obra de Loynaz, -rayana en la obsesión-, según sus propias palabras.
Para algunos es una novela gótica, para otros un romance o una creación simbólica, comentó Capote; es todo eso y, además, lo que cada uno pueda ver de ella, enfatizó.
En la visión literaria de Dulce María -Premio Miguel de Cervantes 1992- Jardín es «Romántica y realista, barroca y surrealista», ella misma la catalogó de esa manera: «cuatro palabras nada más y sin embargo las más cercanas de definirla».
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