Desde diversos puntos del istmo llegaron con sus vivencias y sueños acumulados hasta la Fundación Omar Torrijos, la Casa de Omar, de puertas abiertas, como le llaman al recinto que recuerda la impronta del general Omar Torrijos (1929-1981), para conversar en familia con el embajador de la nación caribeña, Víctor Cairo.
Tras una informal presentación en colectivo, cada uno rememoró su etapa en las aulas universitarias, pero sobre todo las enseñanzas que le aportó la vida cotidiana, en un país que dejó de ser extraño para ellos desde los primeros días y al cual amaron y aman ahora más que entonces, según afirmaron.
Cuba es mi segunda Patria y no permito que nadie me venga con comentarios que pudieran lacerar su ejemplo, afirmó a su turno Rita García, licenciada en Educación Física, Recreación y Deportes, quien reafirmó además la felicidad que siente cuando en las comunidades de Herrera y Azuero puede entregar con pasión todo el conocimiento y la posibilidad de servir a los más humildes.
También lo ratificaron la doctoras egresadas del primer curso de la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas de La Habana (ELAM), Selene Barrios y Wagayguna Díaz, esta última proveniente de la comunidad Guna Yala.
Según explicaron, Cuba les ofreció la oportunidad de cumplir sus aspiraciones y de crecer como personas y futuros profesionales de las batas blancas, al convivir con estudiantes de otras nacionalidades, pero sobre todo a compartir lo que tienen y no lo que les sobra, como les enseñaran sus anfitriones.
«Pero en primer lugar, dijeron, estamos agradecidas porque cumplimos con Fidel Castro (1926-2016) el compromiso de que al retornar a nuestros países serviríamos donde más nos necesitaran, como regla comunidades o regiones de difícil acceso o nuestros lugares de origen».
También los doctores Edilberto Arjona, ahora asesor en la Caja de Seguro Social; o Eliécer Cortes, subdirector médico del Hospital de segundo nivel Irma de Lourdes de Tzanetatos, opinaron que su paso por la ELAM le permitió adquirir destrezas de medicina deportiva o administración, pero en particular marcarle la disposición de dedicarse a la salud pública, con acceso a los menos favorecidos.
En la charla, la actual trabajadora del Ministerio de Obras Públicas, Yadira Martínez, narró que ni siquiera un accidente laboral que la postró en una silla de ruedas, le tronchó los sueños a la ingeniera civil que aprendió que siempre se puede, una lección que trajo de una pequeña isla bloqueada por Estados Unidos pero que no se rinde, como ella misma, cuando atiende además a personas discapacitadas.
El anecdotario de las historias de vida parecía interminable, por lo que el embajador Cairo propuso darle continuidad a este tipo de intercambio que sobrepasó toda expectativa, por lo emotivo y aleccionador de sus esencias.
El desafío que emerge ante nosotros, dijo, de escribir juntos la historia de las relaciones entre Panamá y Cuba pasa por todas estas vivencias y otras muchas, además del recuerdo también de quienes partieron y no estuvieron físicamente, pero si su legado, como recordaron en el conversatorio.
El diplomático recalcó que la presencia y trayectoria de los más de mil 200 panameños egresados en diversos centros docentes en Cuba, según estadísticas preliminares, sustentan la capacidad visionaria del líder histórico de la Revolución al formar profesionales de naciones hermanas que luego regresaran a sus países, a sus comunidades, a trabajar en beneficio de las mayorías.
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