Enfatizó Sanabria en que los puertorriqueños como ellos en esa ciudad norteña llaman cubana y no salsa a esa vertiente, lo cual es una auténtica manera de poner las cosas en su lugar.
Puntualizaron en que el documental Haciendo posible lo imposible, que será presentado durante el evento, refleja esa historia que se remonta a más de 50 años en un empeño que se juntó al de la necesidad de la formación en estudios puertorriqueños en esa urbe.
Nadal afirmó que Sanabria es un gran percusionista, reconocido en todo el territorio norteamericano y forma parte de ese quehacer artístico imbricado en la toma de conciencia del ser puertorriqueño.
Dijeron que los latinos han enriquecido a Nueva York y la han convertido en una cantera de ritmos, con el baile, el arte, la poesía y el teatro, con un peso importante en la música que proviene de Cuba.
Recordaron que durante décadas, cuando se hablaba de hacer buena música cubana, recomendaban buscar a los puertorriqueños, convertidos en los mejores cultivadores de esos ritmos.
Aludieron al jazz como uno de esos patrones de origen africano, al igual que la plena y otras sonoridades auténticas de la cultura de esa isla antillana, todas en las raíces de esa diversidad, en la que están presentes los tambores que marcan la impronta de aquel continente.
Los conferencistas apoyaron sus palabras con toques de esos instrumentos y otros de notable arraigo en los pentagramas de la región, en especial durante los carnavales de Puerto Rico y otras festividades.
Esta edición del Festival se extenderá hasta el 8 próximo, cuando Santiago Alvarez hubiera cumplido 104 años, y en las sesiones teóricas serán expuestas aristas relacionadas con la personalidad del líder abolicionista (antiesclavista) José Antonio Aponte y con la producción colectiva comunitaria en Estados Unidos.
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