Según informó Le Maire, el acuerdo alcanzado con los minoristas se financiará gracias a los márgenes comerciales de los distribuidores y alcanzará “varios centenares de millones de euros”, aseguró sin concretar la cuantía al término de una reunión en París con la mayoría de los grandes distribuidores.
En concreto, cada distribuidor decidirá qué productos ofrece a precios más bajos, que podrán variar de una región a otra, y para que estos sean identificados por los consumidores se les añadirá una etiqueta con los tres colores de la bandera francesa y la frase “trimestre antiinflación”.
El gobierno llevará a cabo “controles para garantizar que las reducciones” de precios son efectivamente asumidas por las cadenas y no por los productores, advirtió el Ministro, y a finales de junio, habrá una renegociación entre distribuidores y fabricantes para bajar los precios.
Le Maire también anunció que el Gobierno prevé la puesta en marcha de «un bono de alimentación para los más modestos», experiencia que debería comenzar en unas semanas «a nivel departamental», y que fue demandada por Christiane Lambert, presidenta de la Federación Nacional de Sindicatos Campesinos, pues actualmente “hay 5 millones de personas precarias en Francia”.
La inflación de los alimentos alcanzó en Francia un 14,5 por ciento anual, de acuerdo a los datos de febrero del Instituto Nacional de Estadística, y para tratar de frenar la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos el gobierno busca mecanismos de apoyo en diferentes ámbitos.
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