Aunque la mayor parte de su carrera de relevancia internacional la hizo en Madrid, fueron sus raíces cubanas su máximo orgullo.
Quien naciera justo en la calle que hoy lleva su nombre, ubicada en el Centro Histórico de la urbe, Patrimonio de la Humanidad, tuvo una larga lista de méritos para ser recordada, incluso lejos del sector de la literatura.
En el ámbito íntimo se le conoció como Tula, y en las artes llegó a firmar con el seudónimo de La Peregrina, o la Avellaneda.
Por cierto, uno de los más prolíficos negocios gastronómicos de esta ciudad lleva el nombre de La Peregrina. Además un hotel de la Línea Encanto, también.
La poetisa tuvo en su obra un marcado carácter patriótico, así que no escondió jamás la ansias de ver a una Cuba libre.
De acuerdo a un artículo publicado en el diario Granma, por Pedro Ríoseco, “una de sus obras literarias más conocidas es el soneto de despedida de su Patria en 1836 y el que escribe a la memoria del célebre poeta cubano José María Heredia. Otras muestras de sobresalientes valores fueron sus novelas Sab, Dos mujeres y Guatimozin”.
En el caso de Sab, resultó la primera obra antiesclavista que se registra en Cuba de la firma de una mujer antillana, algo que resalta aún más su currículo.
No conforme con el ámbito meramente literario, Tulsa se fue al periodismo como pionera también en la mayor de las Antillas.
De acuerdo al mencionado artículo “fue fundadora, directora y redactora principal de Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, revista literaria defensora de las ideas femeninas y de fuerte apoyo al trabajo periodístico cubano ejercido por mujeres”.
La segunda mitad del siglo XIX le vio florecer en la capital española.
De 1840 al 1846 publicó Poesía, además de la mencionada novela Sab, Dos mujeres, en 1843, Espatolino, y luego Guatimozín, en 1845.
Su reconocimiento se hizo notar en el Viejo continente precisamente por su relación con figuras de renombre del arte y la literatura.
La Comisión Nacional de Monumentos aprobó en 2014 la realización de una estatua en honor a la figura de La Avellaneda, quien murió en 1874 a la edad de 59 años.
Precisamente su casa natal resultó declarada hace casi una década como Monumento Nacional.
Gertrudis Gómez de Avellaneda entró en una extensa lista de mujeres camagüeyanas que han dignificado la cultura de Cuba.
En ella se incluyen además, Ana Betancourt (1832-1901), Aurelia Castillo (1842-1920), o la tres veces campeona olímpica, Mireya Luis Hernández.
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