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Faustino Oramas: “En Guayabero, mamá, me quieren dar”

El-Guayabero
Holguín, Cuba (Prensa Latina) Para muchos la composición “El tren de la vida”, del cantante, tresero y compositor cubano Faustino Oramas, El Guayabero, es una reflexión sobre la llegada de la muerte y cómo recibirla con la satisfacción del deber cumplido.

Por María de Lourdes Legrá

Corresponsal en Holguín

Y así fue para él cuando hace 16 años, el 27 de marzo de 2007, la ciudad que lo vio nacer y crecer, Holguín -en el oriente de la isla-, despertó con la triste noticia que el Juglar Mayor de la Trova Cubana y Rey del Doble Sentido, como también se le llamaba, había tomado el tren con rumbo a la eternidad.

Pero, ¿quién fue este hombre que desanduvo por poblados del oriente de Cuba, de quien la actriz y cantante Libertad Lamarque interpretara una de sus piezas y que llegara a escenarios españoles de la mano del músico Santiago Auserón, Juan Perro, líder del famoso grupo ibérico de rock Radio Futura?

En entrevista con Prensa Latina, Richard Ronda, representante del grupo Los Guayaberos, habló del hombre que sin ser universitario ni estudiar música en una academia, legó a la cultura holguinera y cubana 31 composiciones, en las cuales sobresalen sus pícaras letras.

“Con muchísimo talento para el humor rimaba cuartetas de jocosidad irresistibles, tan inocentes en el decir y tan pícaras en el sugerir que le valieron el sobrenombre de Rey del Doble Sentido”, destacó Ronda.

TRAS SUS PASOS

Faustino Oramas, El Guayabero, nació en el Holguín el 4 de junio de 1911, según varios estudiosos de su vida y obra, y algunos familiares afirman que fue inscrito a cuatro años del nacimiento.

Tal como hicieron otros trovadores y soneros en la primera mitad del siglo XX, recorrió hasta los más recónditos poblados del país, en específico de la región oriental, donde muchas veces actuaba por tan solo un plato de comida o un sitio para pasar la noche.

En uno de esos periplos, en 1955, llegó al caserío Guayabero, en el que una peligrosa aventura le sirvió de musa para componer el tema del cual salió el sobrenombre por el que le conocemos hoy: “En Guayabero, mamá, me quieren dar”.

Poco a poco fueron tejiéndose las leyendas alrededor del músico vestido con traje y pecho adornado con distintas medallas, algunas de ellas concedidas y otras obsequiadas, para así ponerle el sello distintivo a su peculiar estampa.

Sobre él, el dramaturgo Amado del Pino contó que “siempre insistió en que sus coplas eran ingenuas, que éramos los oyentes o bailadores los mal pensados que las teñíamos de erotismo o picardía”.

“Es decir, parecía claro que el llamado “doble sentido” funcionaba como una forma de hacer sutil la presencia sexual o transgresora, dada con una gracia que la ponía a salvo de los censores a la vez que abría la verja al regocijo de los cómplices admiradores de la danza de Marieta o de cualquiera de esas deliciosas criaturas y situaciones”, agregó.

En el documental de la compañía discográfica Egrem para rendirle homenaje en el aniversario 110 de su natalicio, el pianista Frank Fernández destacó que El Guayabero manejaba el humor cubano como Ñico Saquito, y podía llevar a la mente cualquier picaresca donde estuviese incluida una mala palabra, que quien debía incluirla era el oyente, porque jamás él la decía.

Fernández subrayó que era, además, un cronista de la música popular, de su entorno y un genial narrador de la buena música cubana, dedicada fundamentalmente al entretenimiento y a la diversión.

Mientras, el guitarrista y tresista Pancho Amat elogió en El Guayabero su tumbao y capacidad de independencia rítmica para tocar el tres y, a la misma vez, cantar esas letras tan hilvanadas de picardía, algo muy complicado de lograr.

EL ÚLTIMO JUGLAR

Las creaciones de Faustino Oramas trascendieron las fronteras nacionales; por ejemplo, «Tumbaíto», su primer son montuno, se convirtió en una de las piezas cubanas más exitosas de la década de 1940 y a inicios de 1946 la cantante argentina Libertad Lamarque la grabó y la hizo muy popular a nivel del planeta.

Otro prendado de la inventiva de El Guayabero fue el español Santiago Auserón, quien contribuyó a promover la obra de El Guayabero internacionalmente y a afianzar más la leyenda del mulato alto y jaranero.

Faustino Oramas fue el primer músico en recibir el Premio Nacional del Humor, hecho que da fe de sus aportes a ese género y cómo se convirtió en referente para otras generaciones.

Actualmente el grupo Los Guayaberos, fundado por él a inicios de la década de 1980, se mantiene en activo con presentaciones en la Casa de la Trova de Holguín; sin embargo, no con la frecuencia y estímulo necesario que le debe corresponder a este símbolo de la música tradicional cubana.

Aún así, el tres continúa marcando el ritmo de temas de El Guayabero tan cubanos como “Mañana me voy a Sibanicú”, “Cómo vengo este año”, “La yuca de Casimiro”, “Mi son retozón” y “A mí me gusta que baile Marieta”.

arb/mlp

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