Sin embargo, el eco del bardo inmortal resuena en los rascacielos de Manhattan, escenario de la trama —asumida por la cadena HBO—, con cada intriga, en sus disputas internas, y desidias de la familia Roy dentro de la historia de comedia negra, sátira y drama, estrenada hace pocos días en su cuarta y última temporada.
Para algunos, Succession es un culebrón de gente adinerada que se apuñala, una descarnada serie sobre una familia de ricos, quienes juegan a mantener o heredar un imperio mediático.
Como si fuera extraída del universo del autor de Romeo y Julieta, es casi imposible no advertir la sombra del rey Lear —personaje de tragedia de Shakespeare— en el patriarca de la serie, el actor británico Brian Cox, quien ve amenazado su imperio de comunicación cuando la muerte apremia, pues lo único que de momento no puede comprar el dinero es ese estado.
Lo cierto es que uno de los impulsores de Succession, Jesse Armstrong, hace una alegoría a través de la obra y los personajes del padre de otros clásicos, como Hamlet, Sueño de una noche de verano o la antología de citas Mi reino por un caballo.
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