Creado por la Asociación Internacional de la Danza, en Moscú, el galardón debe su nombre al célebre pintor y diseñador ruso Alexander Benois (1870-1960) y es considerado el Oscar de este arte a nivel mundial.
A propósito de dicho reconocimiento, en entrevista exclusiva con Prensa Latina, Valdés ofreció sus consideraciones sobre el sendero que actualmente transita la escuela cubana de ballet, que a todos los niveles continúa el legado de los precursores Alicia Alonso y Fernando Alonso.
Prensa Latina: ¿Qué opinión le merece que la hayan nombrado miembro del jurado del prestigioso Premio Benois de la Danza?
Viengsay Valdés: Es un gran honor porque muchos críticos reconocen a este galardón como el Oscar de la Danza y porque se entregan en una Gala en el Teatro Bolshoi, de Moscú, uno de los escenarios de más arraigo y tradición en la historia de las artes escénicas en Rusia, un país donde el ballet clásico alcanzó un nivel de excelencia particular a fines del siglo XIX, que tendría repercusiones en todo el mundo a lo largo del siglo XX.
El movimiento de ballet gestado allí devino punto de referencia para todos, ya fuese para proponer una continuidad o una ruptura, pero resulta innegable su huella en la historia porque marca un antes y un después.
Sin él no tendríamos clásicos como El lago de los cisnes, Cascanueces, La bella durmiente o Don Quijote, por solo citar unos pocos. Y algunos de sus protagonistas siguen siendo referencia aún en el siglo XXI, como Marius Petipa y Alexander Benois, el nombre de este último, escenógrafo, pintor, diseñador y crítico de arte, identifica el lauro que este año preside una de las más prestigiosas bailarinas del mundo, Svetlana Zakharova. La calidad del ballet en Rusia sigue siendo del más alto nivel.
Además, constituye en alguna medida un reconocimiento a mi carrera profesional que se me invite a formar parte de un jurado tan distinguido y porque la otra persona de mi país invitada a formar parte del jurado en ediciones anteriores fue la maestra Loipa Araújo, una de las cuatro joyas de nuestro ballet.
Este es un premio muy singular que distingue las carreras de algunos artistas de mi país, incluidas las de los padres fundadores del Ballet Nacional de Cuba, Alicia y Fernando Alonso, quienes lo recibieron en la categoría de “Por la obra de toda una vida”.
Prensa Latina: ¿Qué cualidades exige la labor de impartir justicia en un evento de tan alto nivel?
Viengsay Valdés: Sinceridad, capacidad de observación, racionalidad y visión.
Prensa Latina: Maestros consagrados de Cuba como Alicia Alonso y Fernando Alonso merecieron este galardón. ¿Qué siente como cubana ser junto a ellos parte de la historia de este lauro?
Viengsay Valdés: Me siento honrada por la oportunidad de seguir dando visibilidad en el mundo al ballet cubano. Mi propósito siempre ha sido el de darle continuidad al trabajo que Alicia y Fernando Alonso iniciaron y esto, de alguna manera, constituye una confirmación.
Tengo muy buenos recuerdos en los escenarios rusos, uno de ellos junto a otro miembro del jurado de la presente edición, Leonid Sarafanov, quien es en la actualidad director del ballet de la Ópera Académica Estatal de Novosibirsk.
Cuando era primer bailarín del Mariinsky, compartimos un Don Quijote completo, en 2009, y luego, en 2011, esa misma compañía me invitó a bailar con un elenco suyo el ballet Carmen, en versión del otro fundador del ballet cubano, Alberto Alonso, una obra muy especial para mí.
Prensa Latina: ¿Ve en su nombramiento como parte del jurado del Premio Benois de la Danza también un reconocimiento al prestigio que goza el Ballet Nacional de Cuba?
Viengsay Valdés: Por supuesto, que se siga contando con el Ballet Nacional de Cuba denota el respeto que se tiene por su impronta. Artistas de distintas generaciones de la compañía hoy son bailarines y maestros en diversas compañías del mundo, con una labor meritoria. Y pese a muchas dificultades, el conjunto sigue generando en la actualidad bailarines excepcionales y obras notables.
Prensa Latina: Ahora usted también es presidenta del jurado en el 28 Encuentro Internacional de Academias para la enseñanza del Ballet, aquí en La Habana. ¿Qué opina de este intercambio de niños y jóvenes bailarines de diversas latitudes?
Viengsay Valdés: El Encuentro brinda una oportunidad maravillosa para intercambiar ideas y experiencias sobre la metodología de la enseñanza del ballet en la actualidad, y eso tributa al enriquecimiento de todos los participantes.
Los niños y jóvenes son el futuro de la manifestación artística, así que el hecho de que ellos se reúnan para aprender y compartir tiene un valor extraordinario.
La realidad de cada país es distinta, por ejemplo, en varios países latinoamericanos existen prejuicios sobre la posibilidad de que los varones estudien ballet y muchas chicas vienen a Cuba para tener la oportunidad de bailar con un muchacho, para aprender a desenvolverse en el dúo clásico, vital para cualquier bailarina con aspiraciones profesionales. Y la escuela cubana tiene una cantera de varones que es un privilegio.
También, los intercambios metodológicos entre profesores resultan vitales pues la metodología de la escuela cubana de ballet, ideada por Alicia, Fernando y Alberto Alonso, tiene bases muy sólidas y útiles.
No puedo dejar de resaltar que los Encuentros cumplen el sueño de los fundadores del ballet cubano al reunir en La Habana a numerosos países interesados en el desarrollo de las nuevas generaciones de bailarines.
“Aspiramos a que Cuba sea el lugar de la América de habla española a donde puedan acudir, de todo el resto de nuestra América, a adquirir enseñanza de la danza”, expuso Fernando Alonso en 1950, en el programa de la primera fiesta de fin de curso de la Academia Alicia Alonso, dirigida por él. En ese mismo documento, aseguró: “Soñamos con ser un centro del ballet en América Latina”.
Así que los Encuentros Internacionales de Academias materializan, en gran medida, esa aspiración expresada desde los tiempos fundacionales.
Prensa Latina: ¿Cómo ve el desarrollo actual de las nuevas generaciones de bailarines que nutrirán las filas del BNC?
Viengsay Valdés: Hay que reconocer que estas últimas generaciones de bailarines, tras el impacto de la pandemia de Covid-19 y sus consecuencias como la prohibición de compartir espacios comunes y el contacto directo con el maestro en las clases, no alcanzaron el mayor nivel requerido.
Aun así, se reformaron los planes de estudio para recuperar el tiempo interrumpido y lograr mejores resultados. El esfuerzo de los estudiantes y maestros ha sido palpable, pero siempre que se examinan los cursos pueden encontrarse algunas deficiencias técnicas. Es ahí donde debe hacerse mayor énfasis, en función de lograr la mejor la ejecución de los pasos, o sea, su limpieza.
Un niño que debe cursar cinco años de nivel elemental y solo haya podido hacer tres años y medio, presenta lagunas de contenido, aspectos importantes que no domina. Siempre fue una insistencia del maestro Fernando Alonso el saber aplicar correctamente, por semestres, la enseñanza de la técnica académica.
El cuerpecito y la mente de los niños deben desarrollarse a la par, creando ese reflejo condicionado que repercutirá en el desempeño futuro, en todos los escenarios. Solo con ese dominio y la práctica se completa el Bailarín o Bailarina, para llegar así -tras ocho años de estudios y con una selección rigurosa- a formar parte de las filas del BNC.
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