Fernando Arroyo, secretario general de la dirección de Cultura del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, significó que el más ilustre de los cubanos sirvió a la patria de José Gervasio Artigas desde 1884 hasta 1892.
La Memoria del Consulado del Uruguay en Nueva York redactada por Martí asombra por la agudeza de sus enfoques sobre los problemas económicos y sociales de los Estados Unidos y las sensatas observaciones acerca de algunos de los nuestros, dijo Arroyo.
En la conmemoración participaron los embajadores de Venezuela, Bolivia, Colombia y Ecuador. También representantes de Rusia, Türkiye, Angola, Panamá y de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), además de diplomáticos y legisladores uruguayos.
Arroyo encomió el rol del cubano como representante de la nación sudamericana ante el Congreso Monetario Internacional en Washington, 1881.
Recordó que el último acto con relación a su cargo fue la renuncia del apóstol de la independencia de Cuba el 1 de marzo de 1892, porque estaba organizando la guerra necesaria.
De ello, la embajadora de Cuba, Zulán Popa, recordó lo que escribiera José Martí al respecto: «el que cesa de ser Cónsul por imperio del deber, jamás cesará de ser, con gratitud y ternura, el servidor más afectuoso del país».
La diplomática caribeña encomió el esfuerzo de cubanos y uruguayos para conformar la muestra de documentos históricos de Martí y Uruguay, que fue inaugurada en la ocasión.
Dijo que ello se enmarca en la celebración del aniversario 25 de la Red de Archivos Diplomáticos Iberoamericanos (RADI).
Popa enfatizó que José Martí es una de las figuras más destacadas de Iberoamérica, no solo como político, periodista, escritor y poeta, sino también como diplomático. Su figura -sentenció- es un puente indisoluble entre Cuba y Uruguay.
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