La propuesta está incluida en un estudio de la OMI como parte del proyecto sobre combustibles y tecnologías del futuro para un transporte marítimo con bajas o nulas emisiones de carbono, y fue presentado al Comité de Protección del Medio Marino para su evaluación.
La publicación del informe tiene lugar ante la necesidad de utilizar carburantes bajos en carbono o sin él, para descarbonizar esa transportación, mediante diferentes opciones y tecnologías.
Ello requiere considerar aspectos como seguridad, regulación, precios, disponibilidad de infraestructuras, emisiones del ciclo de vida, limitaciones de la cadena de suministro y las barreras a la adopción.
En concreto, esta valoración se centró en el análisis de la evolución de la demanda y su capacidad, el estado actual de la tecnología y la disposición del comercio en el sector.
La descarbonización del transporte marítimo internacional es una prioridad para la OMI y, para mediados de 2023, tiene como objetivo contar con una estrategia revisada y fortalecida sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los buques.
Para lograr esa ambición será necesario adoptar la innovación tecnológica junto con la transición a combustibles bajos en carbono y sin emisiones de carbono o fuentes de energía alternativas.
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