“No es lo mismo atacar que defenderse, y es verdad que sufrimos bajas, pero el sabor de la victoria tras los intensos combates de tantas horas fue el mayor regocijo que tuvimos”, relató en exclusiva para Prensa Latina quien se honra al saberse bisnieto de José Maceo.
Con una mirada fija, como quien aún está viviendo los acontecimientos, Lalondri cuenta cada uno de los instantes de cómo llegó desde La Habana a un punto de la geografía nacional llamado Bahía de Cochinos, situado en la costa sudcentral de la occidental provincia de Matanzas.
Aquel 17 de abril de 1961 el joven de apenas 19 años que se formaba como artillero en la entonces Base Militar Granma de La Habana se disponía a salir de descanso para su hogar cuando uno de los jefes le anunció una misión especial, de la cual solo supo cuando llegó al angosto mangle de la Ciénaga de Zapata.
“Mi grupo estaba esperando la salida para pasar un curso en la antigua Unión Soviética, y mi madre al ver que no llegaba a casa el día 18 llamó a la unidad y le dijeron que ya no estábamos, al instante pensó que ya había volado, cuando de repente comenzaron a poner en la televisión imágenes de los combates de Girón y en primera plana aparecía yo”, narró.
Para Lalondri hubo muchos momentos de tensión durante las tres jornadas de enfrentamiento, sin embargo, hubo una que marcó su vida para siempre.
“Las tropas estaban ya con un poco de hambre cuando de momento llegó un camión con merienda y todos se dispusieron de inmediato a comer, pero mi responsabilidad de telemetrista no me permitía separarme de la formación de baterías, cuando de momento comienzo a ver lo que parecía un pájaro que venía en nuestra dirección, mientras más se acercaba se hacía más grande y cuando me di cuenta era un avión y rápido grité distancia y todos corrieron a los cañones”.
Describió que en esos escasos minutos no dejó ni un instante de enfocar el telémetro para los cañones de la aeronave y cuando estaba apenas a 500 metros de la formación artillera el avión cambió el rumbo, aún no sabe el por qué no los atacaron.
Lalondri y sus compañeros no terminaron sus funciones con la derrota proporcionada a los mercenarios el 19 de abril, luego salieron mangle adentro en busca de los que quedaban fugitivos.
Este héroe cubano que por razones de amor vive en Moscú hace varias décadas tiene en su hoja de servicio un cúmulo de historia desde la búsqueda de alzados en la Sierra de los Órganos, en la occidental provincia de Pinar del Río, estar mar adentro cuando la Crisis de Octubre, hasta ser oficial del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Cuba.
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