Desde el Palacio del Elíseo y después de abordarla en un Consejo de Ministros, Borne anunció la hoja de ruta encargada a mediados de mes por el presidente Emmanuel Macron, con el objetivo de apaciguar el malestar político y social que generó la ya promulgada reforma.
El plan incluye sectores adelantados por el jefe de Estado como proyectos inmediatos del Gobierno para pasar la página tras el rechazo dominante en la sociedad francesa a la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años, sin que los sindicatos y la mayoría de los partidos opositores den señales de asumirla.
De acuerdo con la primera ministra, en junio la Asamblea Nacional recibirá un proyecto de ley sobre la salud y los territorios, en aras de avanzar en el reforzamiento de los servicios públicos.
Asimismo, señaló una agenda ecológica ambiciosa y la intención de trabajar en un nuevo pacto social con el apoyo de los sindicatos y las patronales para mejorar las condiciones del empleo y los salarios.
Borne también destacó la meta de impulsar en las próximas semanas “una transformación real de las escuelas” y el acompañamiento a la juventud.
Respecto a la inmigración ilegal, ratificó el combate a la misma como una prioridad del Gobierno, pero descartó la presentación inmediata de un proyecto, ante el escenario adverso para el oficialismo en la Asamblea, donde no tiene una mayoría absoluta.
En ese sentido, admitió que promover un debate sobre la inmigración en la actualidad podría acentuar las divisiones existentes en el país.
Macron llamó en su intervención televisada del 17 de abril a asumir la reforma de la jubilación y a enfocar la labor en diversas cuestiones, detalladas hoy por la primera ministra.
Según el mandatario, su propósito es pasar revista a la marcha de la agenda el 14 de julio, cuando se celebrará el Día Nacional de Francia.
Sin embargo, los sindicatos descartaron aceptar la reforma y abordar otros asuntos, y anunciaron que continuarán la lucha, con una nueva jornada nacional de protestas anunciada para el primero de mayo.
Tampoco los partidos de izquierda y la extrema derecha aceptaron asumir el proyecto y acusaron al presidente de aislarse del país.
Además del plan, Macron inició una ofensiva para calmar los ánimos en suelo galo, con entrevistas, declaraciones y recorridos por el país (Alsacia, Hérault y Loir y Cher), donde lo recibieron con protestas, cacerolazos y reclamos.
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