La mañana del 6 de mayo del pasado año, un fuerte estallido sacudió a esa instalación turística, en el centro histórico de La Habana, y causó la muerte de 47 personas y 99 lesionados, la mayoría trabajadores del hotel y personas que transitaban en ese momento por el lugar.
Tal deflagración ocurrió cuando un camión cisterna de gas licuado abastecía al emblemático alojamiento, próximo a reabrir sus puertas tras un proceso de reparación.
Una fuga de gas GLP (mezcla de butano y propano) en la línea de abastecimiento o la fuente receptora provocó la concentración de ese combustible en el volumen interior de la edificación hasta alcanzar el límite de inflamabilidad y una fuente de ignición causó la explosión.
La onda expansiva destruyó las fachadas de los tres pisos inferiores del inmueble y afectó a 23 edificios de la zona, incluidos 17 de viviendas.
De inmediato, brigadas de rescatistas, bomberos y personal especializado comenzaron la urgente y cuidadosa labor de remoción de escombros y búsqueda de personas atrapadas, mientras eran evacuados los heridos hacia varios hospitales capitalinos, donde se montaron operativos para la atención a las víctimas.
La tragedia evidenció el valor de solidaridad, cuando la población se volcó a brindar asistencia a los afectados en los minutos iniciales, y luego apoyó la labor de los rescatistas durante las angustiosas jornadas que sumaron más de 144 horas.
Luego de concluidas las acciones de localización de cuerpos y salvamento, el presidente Miguel Díaz-Canel decretó duelo oficial los días 13 y 14 de mayo de 2022, y la juventud capitalina, convocada por la Unión de Jóvenes Comunistas, llevó a cabo una vigilia en el cercano Parque de la Fraternidad.
Al anunciar el homenaje de la nación por las víctimas del accidente en el Saratoga, el mandatario cubano expresó su gratitud a bomberos, rescatistas, personal de salud y la población, quienes unidos enfrentaron la tragedia.
npg/evm