Por Fausto Triana
Corresponsal jefe en España
Cada 3 de mayo este municipio de cinco mil 755 kilómetros cuadrados, situado al norte de Tenerife, Islas Canarias, se convierte en el epicentro europeo de cohetes, bengalas, candelas, bomberas, voladoras, chispas, silbidos, efectos especiales y un cielo cubierto durante una hora por algo inimaginable.
Poco más de una hora de espectáculo luminoso, un placer que se debate entre la solemnidad de las procesiones religiosas, la alegría y el ambiente de feria, serviría para marcar el auspicioso antes y después. Pero no, el inconformismo en el mejor sentido hará que los preparativos de los próximos festejos arranquen al cierre de la primera semana de mayo.
Lo más trascedente es que las festividades se hacen con recursos propios de los habitantes de la ciudad, principalmente los vecinos de los dos barrios en pique, El Sol y El Medio, razón por la cual no se difunden estadísticas en torno a los dineros recaudados, la cantidad de pólvora a utilizar o los diferentes diseños de esta explosión de efusividad, dicho literalmente.
Para un resumen preciso de estos acontecimientos, nada mejor que conversar con Agonec Hernández, directivo de la comisión organizadora del barrio El Sol, quien ofrece a Prensa Latina pormenores de ceremonias y jolgorio.
-Se trata del pique entre dos calles donde se hacen ofrendas para la Cruz, con los enrames de la calle, de las capillas principales, y los fuegos artificiales durante la procesión nocturna, que comienza con el barrio El Sol, realizan sus promesas y lanzan sus fuegos, y entregan la Cruz a los Del Medio, que repiten el proceso.
-Por su duración, de más de una hora, es considerada la mayor exhibición pirotécnica de Europa. No nos picamos sólo por el fuego, nos picamos también por los arreglos florales, los enrames (…), porque cada uno quiere ser mejor en lo que en realidad es un homenaje a la Cruz.
Son más de 300 cruces en caminos, capillas y altares privados, con telas, bordados y exquisitos arreglos florales (orquídeas, anturios, rosas gigantes, muchas venidas de Ecuador y Colombia), sólo por el placer de preservar en el tiempo la continuidad de las fiestas, precisó Agonec Hernández a Prensa Latina.
Hay una línea divisoria de los dos barrios en pugna, donde se puede leer Calle El Sol y Calle El Medio. Todo a partir de una suerte de historia leyenda desde hace varias centurias. Nacida entre los siglos XVII y XVIII, se trata de una celebración de Interés Nacional que aspira a convertirse en evento de rango internacional, a partir de una leyenda del Barrio de La Cruz Santa, lugar donde se cuenta fue descubierto el Santo Madero en 1666.
Un jinete cayó de su caballo al pasar el barranco del Pago de la Higa, después de azotarlo por no querer avanzar. Fue entonces cuando al ver a su corcel escarbar en la tierra vislumbró una cruz de madera.
Durante el siglo XVIII en la calle El Sol vivían campesinos y medianeros, y en la Del Medio se levantaban casas de lujo de propietarios de tierras. La rivalidad tuvo sus momentos álgidos y no perdió a lo largo del tiempo el sentido de la competencia, aunque termina de forma cordial y hasta amigable, cuentan los vecinos.
AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS
Toma de cierto modo el espíritu de la memorable canción de Joan Manuel Serrat, “Aquellas pequeñas cosas”, y transforma cada detalle en orgullo, que despierta admiración entre los visitantes.
De lo solemne a nivel católico, al regocijo ciudadano con asombroso comportamiento cívico. Hay dispositivos de seguridad para preservar la fiesta, pero es muy llamativo apreciar que dentro de un consumo moderado de alcohol no se ven excesos, ni siquiera en una muchedumbre de jóvenes protagonistas de las batucadas y bailes.
Luego de la noche-madrugada de fuegos de artificio, una Papada, comida vecinal con platillos a base de patatas y, también pescados y paellas, servirá para sellar el éxito de la tradición y de cierta manera, marcar la nueva cuenta regresiva que comienza hacia el año siguiente.
Volcanes cercanos aparecen en el horizonte rodeados de mar y montañas, pero el beso del fuego llegará de todas formas. El Teide deposita su mirada volcánica como si se tratase del regidor de los festejos que adornan como nunca a este municipio de Islas Canarias. A unos 25 minutos en avión están otros promontorios temibles, Cumbre Vieja, en erupción durante casi tres meses en 2021, y el Tajogaite, en La Palma.
Imperturbable, Los Realejos seguirá su camino, sin jurados ni triunfadores. Cada quien dará su veredicto propio al finalizar el lanzamiento de los fuegos desde colinas y, de menor rango, de azoteas y balcones. Al final, viene el recogimiento como dicta la religiosidad.
La suntuosa pirotecnia fue producida por los Hermanos Toste (El Sol), y de la calle El Medio, los Hermanos Caballer, de Valencia. Un combate de fuegos artificiales lleno de estética y originalidad.
En general, Canarias es uno de los destinos favoritos de los viajeros en una España que ostenta el segundo puesto mundial del turismo. Entre telones, descuella la simpatía de sus pobladores, “Chicharreros” a los de la Isla de Tenerife, y “Canarión” a los de Gran Canarias. El resto, o sea los de la Península, son los “Godos”.
Toda historia como la de Los Realejos debe terminar con cierre de oro y para ello, una sentida reflexión de auténtico acento español:
“Nunca hubo una batalla tan hermosa. Una guerra en la que vence la emoción y el sentimiento. Pasear por sus calles se convierte en una vivencia que queda grabada para siempre, más que en la memoria, en el alma. Y es que esta Fiesta es la mejor expresión del amor de un pueblo a su historia, su cultura y su identidad”.
arb/ft
