Un artículo del Ministerio de Relaciones Exteriores esbozó en tres capítulos los métodos y las consecuencias, en especial para naciones en desarrollo, de las acciones de Washington en lo político, militar, económico, tecnológico y cultural.
Recordó que la Casa Blanca impuso el sistema de sanciones contra el Estado caribeño en 1962, lo mantiene desde entonces y además lo endureció con otras medidas unilaterales, principalmente bajo la administración del expresidente republicano Donald Trump.
“El bloqueo de 61 años provocó enormes daños económicos y desastres humanitarios a Cuba (…) cubre casi todo desde combustibles, alimentos, productos de consumo diario hasta medicinas, dejando a la isla con un déficit severo de suministros”, indicó el texto.
Denunció también las trabas impuestas a La Habana incluso durante la pandemia de Covid-19 para acceder a materiales necesarios, fármacos, equipos e insumos médicos.
Más adelante la Cancillería mencionó otras acciones de coerción diplomática de Estados Unidos contra Venezuela, Irán, República Popular Democrática de Corea, Sudán, Belarús, Rusia y China, sin importarle la violación de leyes y normas internacionales.
Se refirió a la mano de Washington detrás de varias revoluciones de colores en el mundo, las infiltraciones de sus agencias de inteligencia para derrocar a gobiernos elegidos democráticamente y el uso de las bases militares con el fin de iniciar guerras.
Como conclusión rechazó las acusaciones a China sobre coerción diplomática, recalcó el apego del país al principio de igualdad y remarcó que nunca amenazará a otros, ni conformará coaliciones militares o exportará ideología.
La Cancillería publicó el artículo en vísperas de la cumbre del G7 en Hiroshima, Japón, donde el grupo presentará una posible condena contra lo que considera coerción económica por parte de Beijing.
Tal postura se incluiría en la declaración final de la cita.
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