Ambos bandos protagonizan una lucha por el poder desde hace meses y en varias ocasiones anteriores el alto al fuego pactado fue violado.
Esta vez, los bandos llegaron a un acuerdo por siete días que debe entrar en vigor en la noche de mañana, y se celebró bajo la mediación de Estados Unidos y Arabia Saudita y tras dos semanas de negociaciones en Yeda.
Desde que empezaron los combates el 15 de abril entre el ejército, dirigido por el general Abdel Fatah al Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), del militar de igual rango Mohamed Hamdan Daglo, cerca de mil personas murieron y más de un millón abandonaron sus casas.
Como consecuencia de los enfrentamientos en uno de los países más pobres de África, pocos hospitales de esta capital y Darfur están operativos y los médicos denuncian bombardeos aéreos o de artillería a centros de salud.
La mayoría de los cinco millones de habitantes de Jartum carecen de agua y electricidad, y los grupos humanitarios piden corredores para llevar víveres, medicamentos y combustible.
Burhan y Daglo ejecutaron un golpe de Estado en 2021 para expulsar a los civiles del poder, pero la reciente lucha entre ambos por el control del país sumió a Sudán en el caos.
Hoy prácticamente una mayoría abrumadora de la población necesita aquí ayuda humanitaria, una cifra nunca vista en la nación de 45 millones de habitantes, según cifras oficiales.
La Organización de Naciones Unidas calcula que si la guerra continúa, un millón más de sudaneses podrían refugiarse en los países vecinos.
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