

Todo ese proceso de encadenamiento productivo e industrial es para el joven empresario la única garantía de que su pequeña industria se consolide primero en el país y luego en un mercado internacional altamente competitivo.
«Nosotros tenemos una gran ventaja, nuestro cacao y sus derivados son de alta calidad y reconocidos en el mundo, pero la mayor limitación es que nosotros mismos no somos consciente de ello», asegura quien confiesa a esta agencia que por sus venas «no corre sangre, sino chocolate».
Y aunque parezca una meta difícil, Menéndez no se conforma con soñar, pues reveló en su conversación con Prensa Latina que ya trabaja en la preparación de una parcela de tierra donde sembrará semilla de primera para obtener un cacao de calidad garantizada, todo ello en estrecha vinculación con investigadores de la materia.
Si vislumbrar una industria artesanal en Cuba con todos esos requerimientos parece complejo, es más asombroso saber que detrás de esos proyectos hay tan sólo 30 personas, cuyo trabajo en equipo es la garantía del éxito de esta Mipyme.
Pero para este emprendedor no hay imposibles y vaticina que en dos o tres años podrá cumplir su aspiración y asegurar un producto con el exclusivo selló D´Carlie desde la tierra hasta el paladar de sus clientes.
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