Aunque durante la mañana hubo breves intervalos en los que asomó un sol vigoroso, han podido más los aguaceros que ya caen sobre lo mojado y empapan esta geografía, agradecida por el agua que tanta falta hace para todos los quehaceres.
Ese agradecimiento se expresa en buena medida en los nueve embalses santiagueros, varios de los cuales elevaron sus volúmenes, deprimidos notablemente durante la alargada etapa sin lluvias, que repercute también negativamente en la extensión de los ciclos de distribución a la población.
Lo que comenzó con una tímida llovizna ha ido tomando fuerza y han sido copiosas por momentos las precipitaciones, que confirman a mayo como el mes más proclive a ellas.
De acuerdo con el pronóstico del Instituto de Meteorología, las precipitaciones y los nublados se extenderán hasta el anochecer en las zonas central y oriental del archipiélago, por lo cual las filiales locales del ente y del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos siguen con atención el panorama.
Por lo pronto, la vegetación reacciona ya con sus múltiples tonalidades del verde y otros colores a esa bendición recibida desde el cielo, que en la dosis exacta debe beneficiar a todos y en especial a los cultivos que esperaban por esa muestra de la sabiduría de la Naturaleza.
En los hogares, muchos retomaron la práctica ancestral de recoger esa agua por las más diversas vías, un legado que favorece acumularla más allá de las redes de acueductos y de sus roturas y otras contingencias imprevistas.
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