En declaraciones a Prensa Latina, la también actriz, columnista y presidenta de la asociación Unión de Barrios recordó la visita realizada a este país en 2003 por el exmandatario de la nación caribeña con motivo de la toma de posesión de Kirchner y el discurso que pronunció en la escalinata de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
En ese momento yo tenía 22 años. Militaba ya en política y me impactaron Fidel como conductor irremplazable y único, y Néstor, quien abrazaba de nuevo a la juventud. El 26 de mayo de ese año hacía mucho frío. Estábamos adentro de la facultad y tuvimos que salir para escuchar al líder cubano, relató Glezer.
Me acuerdo mucho de las casi tres horas que Fidel habló. Marcó lineamientos sobre la necesidad de una fuerza latinoamericana que fuera diversa, plural, humana, pero que, sobre todo, rompiera las cadenas del imperialismo que tanto nos someten y nos hacen arrodillarnos, añadió.
Asimismo, aseguró que su energía imbatible de 2003 la acompaña todavía hoy: “Sostengo las convicciones que Fidel nos dejó y espero que mi hijo de 17 años las comparta y defienda”.
En aquella oportunidad, el Comandante en Jefe resaltó la victoria popular argentina sobre el neoliberalismo y destacó el ejemplo del guerrillero Ernesto Guevara (1928-1967), a quien consideró uno de los hombres más nobles, extraordinarios y desinteresados.
Además, agradeció la presencia de miles de personas en la facultad, lo cual envió un mensaje a “aquellos que sueñan con bombardear nuestra patria (….), con destruir al pueblo que fue portador de la Revolución y fue capaz de resistir más de 40 años de bloqueos, agresiones y amenazas”.
“Pienso -porque soy optimista- que este mundo puede salvarse, a pesar de los errores cometidos, de los poderíos inmensos y unilaterales que se han creado, porque creo en la preminencia de las ideas sobre la fuerza”, afirmó en otro momento de su intervención.
En un principio, fue planificada su participación en un encuentro con estudiantes, autoridades universitarias y miembros de organismos defensores de los derechos humanos en un aula de esa institución, pero numerosas personas comenzaron a congregarse en los alrededores del lugar y él decidió hablarles.
Un día dije que nosotros no podíamos ni realizaríamos nunca ataques preventivos y sorpresivos contra ningún oscuro rincón del mundo; pero que, en cambio, nuestro país era capaz de enviar los médicos que se necesiten. Médicos y no bombas, aseveró en aquel entonces.
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